Última edición Staff Links Contacto Instituto Clínico de Buenos Aires Seguinos en FacebookSeguinos en Facebook
Consecuencias
 
Edición N° 21
 
Noviembre 2018 | #21 | Índice
 
La perspectiva del Uno solo [*]
Por Adriana Wolfson
 

Adriana WolfsonCapturada por la palabra mutación, me interrogué sobre cómo pensar el Uno solo. Jacques Alain Miller en El Ser y el Uno se pregunta: “¿Cómo a partir de lo que hago como analista, puedo ser causa de una mutación, de una transformación, de un efecto eficaz que toca el núcleo del ser?”[1] A partir de esta cita, resonaron las palabras causa y efecto y núcleo del ser.

Lacan se pregunta en el Seminario 19:(…) ¿en el principio es el Uno o en el principio es el ser?[2] ¿Cómo pensar el “Hay Uno” con lo que muta y no muta? Miller en su curso inédito dice que “la relación causa–efecto no vale al nivel de lo real sin ley, no vale sino como ruptura entre causa y efecto”[3].

Pensar la práctica con el “Hay Uno”, posibilita posicionarse en una bisagra, en una nueva axiomática: pasar del sujeto al parlêtre y situar lo real en el centro de la teoría. El Uno solo es la marca de un goce del cuerpo anterior a la dialéctica del significante.

Eric Laurent destaca en la entrevista El Uno solo[4]: Il y a de l’Un reformula el rasgo unario en tanto desplaza la identificación primaria ligada al padre a este rasgo que falla: “la articulación del sujeto con el Otro implica la barra, implica un vacío fundamental, una hiancia que se introduce”. “El Uno es al mismo tiempo la barra, pero no la barra introducida por lo real de lo simbólico, sino más bien lo real del goce.”

Por otro lado, señala otro cambio respecto del rasgo unario: “repetir la repetición del rasgo unario bajo la forma de una letra permite articular el Uno y el objeto a”. Esta repetición es denominada como iteración. “Finalmente es el Uno de la existencia lógica que determina un modo de repetición de un real.”

El Uno solo está al inicio como marca, al decir de Laurent: “El rasgo chiflado de uno es su dandismo y es eso lo que es primero”.

Situar lo primero y señalar la ruptura causa–efecto solo nos sirve para pensar nuestra práctica y los efectos de un análisis. Un análisis es la unión–disyunción entre saber inconsciente y cuerpo hablante. A través del artificio de la transferencia se inicia una experiencia que atraviesa distintos modos de pensar el inconsciente: en tanto verdad, en tanto saber, en tanto real.

Será el pase en tanto dispositivo, el que permita dar cuenta de la singularidad de la resonancia corporal de la palabra, soportada por ese real. Elegí el testimonio de Ram Mandil presentado en el texto La bolsa, (el vacío) y la vida[5] para pensar el vacío, el Uno solo, la mutación y el deseo del analista.

Una posición subjetiva sostenida en tres versiones: la del esclavo, la versión masoquista y la melancólica: “Todas esas posiciones y el goce que de allí proviene, pudieron ser reducidos y nombrados en análisis, como la posición del clandestino”[6]. El analista señala “he aquí la mochila del clandestino, siempre pesada”[7], “a partir de ahí percibo fundamentalmente, que el clandestino es aquel que habita un saco, percibo también que es alguien que mira al mundo por el agujero del saco. Me doy cuenta de que el saco y sus objetos son un fantasma a partir del cual yo procuraba dar forma y encuadrar lo que me parecía excesivo, corrosivo apuntando a integrarlo a mi realidad.

(…) Entrever el mundo a partir del agujero en el saco era una forma de obturar un vacío. (…) En esta nueva relación con el vacío, vislumbro lo que puede ser del orden de un sinthoma y su relación con el deseo del analista (….) constato lo que mi análisis me llevó a concluir: el vacío en el saco soy yo, o mejor, el vacío es la marca de una existencia definida a partir de un modo singular de goce”[8]

Este pasaje permite mostrar el nombre de goce en el punto de vacío, que se produce entre la palabra y lo real del significante. De este modo, surge un efecto de reducción que no es producto exclusivo de ninguna revelación de sentido, sino todo lo contrario.

Mandil se pregunta en “¿de qué orden es ese vacío? Elevo la hipótesis de que es el producto del encuentro del significante con el cuerpo, de que ese vacío puede ser considerado como acontecimiento de cuerpo y que solo puede ser contado como Uno, en la medida en que es contorneado, ceñido por un borde (la bolsa, el cuerpo o incluso el Nombre propio).[9]

Luego, escribe: “Este vacío puede ser interpretado de varias formas: como resonancia de castración, (…), como agujero en la consistencia corporal, como fijación de un goce experimentado como desregulado, un goce siempre más acá o más allá de un supuesto equilibrio de un supuesto orden.

Dice “Mi hipótesis es que ese “hay un vacío en su cuerpo” es la manera que pude aprehender el “Hay Uno”, como efecto de percusión del trauma, como repetición de una misma nota y que un análisis es capaz de discernir en medio de la polifonía de los fantasmas.

Mandil muestra que este discernir implica haber esclarecido los enredos del síntoma, la lógica de esa polifonía de fantasmas, y las diversas resonancias del cuerpo que señalan ese lugar donde se goza.

Respecto del deseo del analista y la mutación:

En “Incidencias del deseo del analista” destaca tres aspectos. El primero señala el compromiso del analista con el psicoanálisis, el segundo: el analista en tanto perturbador de las defensas y el tercero, que es el que quiero, destacar “alude al deseo del analista en su valor operativo considerando (…)como propone JAM, como un deseo de llegar a lo real, de reducir el Otro a su real y liberarlo del sentido” da cuenta en este caso el valor del silencio ante la demanda provoca una resonancia poética , a partir de la aliteración (aire... aire…aire) conecta el aspecto pulsional con la demanda del Otro. “Faire taire le sur moi universitaire” (hacer callar al superyó Universitario).[10]

La mutación implica reducción no solo a nivel de poder hacer con eso, con el Uno solo, poder hacer con el Uno solo, sino también respecto de la operatoria del analista “para que la palabra tenga potencia hay que aprender a callarse”[11].

Mandil da cuenta de cómo un sueño que fue marca de goce se inscribió mediante el análisis de un modo diferente: el sonido de la palabra creux y el silencio de su analista, al no consentir en dar significaciones a través de la interpretación “permitieron resonar el vacío que está en el núcleo de ese cuerpo[12].

Con la primacía de lo real, se transforma el Uno y el Ser. Miller describe la ruptura de Lacan con lo ontológico, es decir con el orden discursivo, el que se vincula con la interpretación. Se pasa de la falta en ser, al agujero marcado por el goce imposible de decir. Se pasa de lo ontológico a lo óntico. “El Uno de la existencia se funda en un efecto de escrito y no en un efecto de significación”[13].

Es la experiencia analítica la que funda ese Uno de la existencia sostenido por la escritura, y permite marcar la disyunción con el Uno del ser, vinculado a la palabra y lo simbólico.

Entonces el analista es causa y efecto para poder tocar ese núcleo del ser que estuvo siempre ahí, como marca de lo vivo en lo muerto. Será necesario diferenciar ser y existencia para situar la diferencia entre ser y tener un cuerpo. De este modo, al desamarrar y vaciar los caminos del sentido se abre la posibilidad de inventar una relación vivible entre el Uno y el cuerpo.

Es en esta dirección que entran en juego el efecto de la lógica nodal y el de una interpretación que Miller denominará borromea, en tanto produce el “doblete de sentido y efecto agujero[14], insertando el equívoco y el efecto de resonancia “soportado por lo real”[15].

Concluyo con palabras de Laurent:

“Para producir un acontecimiento, para llegar a las tripas –eso no se anticipa, sino que se verifica con efecto retroactivo, porque el efecto de goce es incalculable”[16]

 
Notas

* Presentado en el Seminario diurno de la EOL 2018 “MUTACIONES DEL INCONSCIENTE EN UN ANÁLISIS. Del saber inconsciente al cuerpo hablante” a cargo de Florencia Dassen y Viviana Mozzi.

  1. Miller, J.–A., El ser y el Uno, Clase XII,11/5/11, inédito.
  2. Lacan, J. El Seminario, Libro 19,…o peor, Paidós, Bs. As,2012, pág. 30.
  3. Miller, J.–A., “Un real para el siglo XXI” en Silicet, Grama, Bs. As, 2014, p.26.
  4. Laurent, E., “El Uno solo”, Revista Freudiana n° 83, Barcelona, 2018.
  5. Mandil, R., La bolsa, (el vacío) y la vida. Una experiencia de análisis, Tres Haches, Bs.As. ,2017.
  6. Ibíd., p.14.
  7. Ibíd., p15.
  8. Ibíd., p.16.
  9. Ibíd., p.22.
  10. Ibíd., p.39.
  11. Laurent, E., El reverso de la biopolítica, Grama, Bs.As. 2016, p.223.
  12. Ibíd.
  13. Miller, J.–A., El ser y el Uno, Clase VIII, 23/3/11, inédito.
  14. Miller, J.–A., El ultimísimo Lacan,Paidós, Bs.As., 2012, p.169.
  15. Ibíd., p.171.
  16. Laurent, E., El reverso…, Op. Cit., p.223.
 
 
Kilak | Diseño & Web
2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA