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Consecuencias
 
Edición N° 21
 
Noviembre 2018 | #21 | Índice
 
Presencia del analista [*]
Por Stella M. López
 

Stella M López¿Cómo concebir la presencia del analista en la cura? aquello que escapa a lo simbólico, Planteada en el Seminario 11 como “manifestación del inconsciente”[1].

¿Cómo opera el analista en la transferencia con su cuerpo? Pues ¿Qué significa que el analista en la última enseñanza ponga el cuerpo para representar la parte no simbolizable del goce? La noción de parletre analizante posiciona al analista hacia un encuentro de esos ecos en el cuerpo, manifestaciones irrepresentables del cuerpo hablante.

Implica hacer la experiencia de un goce que no tiene otra sede que el cuerpo, que hay un imposible de negativizar, de erradicar.

Se trata de un real en juego que sí, nos dice Lacan[2], puede ser interpelado, evocado, incluso acosado a través de la transferencia gracias a la presencia del analista algo de él se presentifica.

Cuando un analizante se dirige a análisis “no sólo va a hablar de sus expectativas etc. más allá de lo que el sujeto dice su objetivo es encontrar a la pareja del fantasma”[3]. La disciplina del analista es quizás aprender a ser sin sabor propio, conocedor que el lazo a la presencia del Otro es también para hacerse ver, oír, chupar, como objeto.

El analista convoca el objeto a que está en juego.

La elaboración, que uno hace de esa presencia si está ubicado de la buena manera, permite al analizante hacer el trabajo. Si al principio teníamos ese plus de gozar que obtura, hace sufrir al neurótico ubicado en su síntoma; es el objeto causa el que abre ese plus de gozar. No hay sujeto, sin ese objeto a, por el cual el sujeto se encuentra fijado en su fantasma. Ventana del fantasma que explica las significaciones de la vida de un sujeto, su forma de gozar es fija, sin goznes para abrirla o cerrarla. “El analizante es el verdadero agalma sólo que no puede verlo desde el Otro lado de la ventana del fantasma”[4] Resulta preciso que “el analista esté dispuesto a perder su propio agalma, su propio objeto de goce para llevar al sujeto hasta el marco del fantasma”. Ese gozne separa y conecta dos espacios que en realidad son uno. Abierta la ventana “el Otro y el Uno del goce son lo mismo están en perfecta continuidad”[5]. El Otro es un efecto del gozne.

El analista introduce con el cuerpo una gama de semblantes para producir un toque a lo real, él no tiene forma es el fantasma del analizante el que le ha otorgado un sabor, la oquedad del a es lo ininterpretable de la presencia del analista[6].

En la última enseñanza atravesar el fantasma es enfrentarse a lo que hay, pues lo que hay es el sinthome, irreductible. (Sinthome condensa síntoma y fantasma). Para localizar el tema presencia del analista, se trata de ir al lugar del que tiene un cuerpo y he aquí la novedad, un analista vivo, con su cuerpo, con su goce.

Con su presencia presta cuerpo en las interpretaciones haciéndose partenaire del sujeto. Un analista que advertido de su propio goce no analiza desde su fantasma.

El ser hablante goza porque tiene un cuerpo y el analista no está exento de ello. J.–A. Miller señala que “no es con el pretexto de que hace interpretaciones que el analista se va a tomar por el sujeto del significante. Queda algo que se llama su presencia, que no puede ser simplemente una nota al pie; además, está presente, porque aporta su cuerpo”[7]. Si el fantasma otorga un saber–hacer, el sinthome nos coloca frente a un saber–hacer–allí. (En la ocasión).

Una vez atravesado el fantasma se torna importante consentir a la posibilidad de un agujero y de no obturarlo mediante las significaciones que aportaba el fantasma; de esta manera hacer con el goce una nueva alianza.

Cuando el síntoma se libera de la significación fantasmática aplastante del Otro de lo que se libera es del sentido y del pathos que el sentido siempre acarrea (sentido gozado) pero no se libera del goce aunque varía de intensidad. Si cambia que haya un margen de invención de saber–hacer De la cárcel del fantasma a la prisión del goce.

Un testimonio ilumina: “algo de lo que estuvo anudado sinthomaticamente en la transferencia se suelta”[8] en un momento, para hacer al sinthome localizable. El analista se suelta del fantasma del analizante, lo que hace presencia haciendo aparecer el cuerpo del analizante y el del analista, el cuerpo deseante, gozoso Pasaje del no hay al hay.

 
Notas

* Presentado en el Seminario diurno de la EOL 2018 “MUTACIONES DEL INCONSCIENTE EN UN ANÁLISIS. Del saber inconsciente al cuerpo hablante” a cargo de Florencia Dassen y Viviana Mozzi.

  1. Lacan, J., Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1973, p.131.
  2. Lacan, J., “El goce se interpela, se evoca, acosa o elabora a partir de un semblante”, El Seminario, libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 1981, p. 112
  3. Laurest, E., “Principios rectores del acto analítico”, recuperado de: ampblog2006.blogspot.com/2006/09
  4. Bassols, M., “La imposible identificación del analista”, recuperado de: www.eol.org.ar/images/eventop17–12–01_Conferencia–Bassols.pdf p.4
  5. Ibíd.
  6. Lacan, J., El Seminario, libro 16, De un Otro al otro , Paidó, s2008 , Buenos Aires, p. 317
  7. Miller, J–A., Sutilezas Analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 250
  8. Brodsky, G., “Testimonio Partenaire”, Revista Lacaniana 13, noviembre 2012, p.59
 
 
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