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Consecuencias
 
Edición N° 22
 
Julio 2019 | #22 | Índice
 
Pragmática de la violencia
Por Andrea Botas
 
Andrea Botas

Es mi propósito brindar algunos aportes del psicoanálisis sobre la violencia en las escuelas como problemática. Algunos de ellos provienen de mi experiencia en el equipo de investigación del cual formo parte ya hace algunos años.

Pregunta: teniendo en cuenta la escuela como un lugar donde se transita la niñez y la adolescencia, ¿qué impacto de este tipo de violencia en la subjetividad? ¿Cómo afecta los lazos? 13 Razones por qué[1], muestra la metamorfosis en una adolescente a causa del acoso por parte de sus compañeros.

Protocolos antibullying

Iñaki Piñuel y Óscar Cortijo –psicólogos españoles– proponen la implantación de protocolos antiacoso desde el año 2005; de lectura obligatoria para profesores, orientadores o psicólogos educativos que deseen aprender a detectar y contener de manera temprana las dinámicas del acoso. Medidas de contención y evaluación, dentro de la filosofía de la proactividad ante el fenómeno del acoso y la violencia escolar[2].

Identifican el acoso escolar o bullying como “la victimización o maltrato psicológico entre iguales que se corresponde a una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza el alumno o alumna contra otro u otros, a los que elige como víctimas de repetidos ataques”[3]. Y agregan que la continuidad de los ataques provocan al tiempo en las víctimas manifestaciones psicológicas y psicosomáticas graves (en forma de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, depresión).[4]

Sostienen que el niño que desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros, busca obtener el reconocimiento y la atención de los que carece llegando a aprender un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros. Más adelante agregan que la violencia se plasma socialmente, a través del mecanismo del chivo expiatorio.[5]

Si bien mobbing remite al acoso en el ámbito laboral y bullying, en el ámbito escolar; para algunos, el primer término, recoge mejor la acepción grupal de los fenómenos de acoso psicológico que conducen a la persecución, el linchamiento colectivo (mob) o de todos contra uno.[6] Las ideas de K. Lorenz sirvieron de inspiración para estudiar y comprender la agresividad en el mundo del ser humano. Lorenz la estudió en el mundo de los gansos y patos; usa este término para referirse a los ataques de un grupo de animales pequeños con el fin de atemorizar a un animal más grande. Se extendió para comprender el comportamiento agresivo de grupos animales con el objetivo de echar al intruso del territorio. Por extensión, se usó para estudiar la agresividad de un grupo de niños contra un niño (escuela). Etimología de Mob: plebe, populacho, gentío, multitud exaltada que rodea o asedia a alguien o a algo, de modo hostil o amistoso. También puede significar mafia (USA). La relación hasta entonces neutra o incluso positiva, se torna en un proceso de victimización sistemático. El incidente desencadenante de todo el proceso suele producir un efecto de señal que permite al niño instigador ir agregando a los demás niños al gang[7] que hostiga, margina, agrede o excluye a la víctima.[8] No obstante, afirman que no suele ser el miedo, sino el mimetismo el que arrastrará a la mayoría del grupo al castigo coincidente del niño acosado.[9]

En las escuelas, tales autores destacan que, las conductas de acoso psicológico son más frecuentes estadísticamente que la violencia física y que se trivializan a pesar que la investigación ha demostrado que este tipo de conductas son más prevalentes y lesivas psicológicamente.[10] El llamarle por mote es el tipo de comportamiento de acoso escolar más frecuente. La selección de la víctima es en función de “rasgos preferenciales, favorecedores que son causa de celos, envidia o rivalidad”[11]. Suponen una amenaza para otros niños. Otras veces, algunos profesores a falta de saber imponer la disciplina, encuentran como modo de restablecer el orden utilizar a los niños de manera sistemática como chivo expiatorio.[12]

Para medir el acoso escolar, construyen la herramienta de evaluación AVE[13] de aplicación en el ámbito forense como en el ámbito educativo –entre alumnos entre 8 y 18 años–. Técnica que permite establecer el grado de afectación de un niño por comportamientos de acoso y violencia escolar y la posible existencia de secuelas psicológicas y daños clínicos.

En momentos en que la autoridad del educador no resultan tan eficaz como antaño, son los propios alumnos, que como agentes de cambio y a través de la implantación de los protocolos de buen trato (PBT) en cada aula pueden reducir el índice de acoso escolar, estableciendo ellos mismos las normas de convivencia por las que han de guiarse, procurando su cumplimiento. El programa AVE incluye la aplicación del test TEBAE[14].

Sostienen que el proceso de repetición y acumulación de esas conductas hostiles generan al tiempo la aparición de la indefensión aprendida del niño victimizado. Si bien el número de víctimas disminuye significativamente a medida que aumenta la edad escolar, el número de acosadores habituales se estabiliza en la secundaria.[15]

Explican el error básico o fundamental de atribución, donde se tiende a atribuir al niño que es víctima de acoso escolar la responsabilidad de lo que ocurre, debido a supuestos rasgos, déficits conductuales. Se tiende a hacer del niño víctima un pseudoculpable. Concluyen: “la instrucción de los casos de violencia y acoso escolar debe centrase en verificar y confirmar la existencia de un riesgo para ese niño por razón de las conductas que refiere como frecuentes y sistemáticas en su entorno escolar”.[16] En este sentido, un niño es objeto de acoso con independencia de sus rasgos individuales, de sus situaciones familiares o sociales que pueden ser más o menos favorecedoras.[17] Son circunstancias o factores situacionales del entorno educativo que desencadenan y mantienen tales comportamientos.[18] Un proceso de acoso continuo, no es un resultado de daño psicológico[19].

La evaluación clínica de la víctima –aclaran– no puede fundamentar la instrucción de los casos de acoso escolar; si servir para evaluar el riesgo que tal situación puede estar generando en la salud del niño afectado.[20]

El acompañamiento psicológico del niño victimizado debe estar seguido de una especial vigilancia y monitorización de la situación escolar que garantice durante su recuperación que no vuelva a padecer situaciones violentas.[21] El programa AVE, contempla medidas de protección que consisten en la asignación de alumnos ángeles guardianes para el acompañamiento de la víctima junto con la asignación de profesores–mentores para el seguimiento específico del caso. Es obligación del psicólogo informar a las autoridades policiales y judiciales de tales casos.

Víctima y agresor no son posiciones éticamente intercambiables o relativas. Es más, sostienen que el acoso escolar modela los comportamientos de los acosadores, las víctimas y los testigos. De no lograrse una efectiva intervención, se transformarán en un futuro, en acosadores de su pareja, de sus compañeros de trabajo o de sus vecinos y del otro lado, futuros adultos anticipadamente derrotados por la indefensión aprendida[22]. La ayuda terapéutica debe proteger desde “la verdad técnica del proceso del acoso, esto es la inocencia sistemática de las víctimas, a romper el proceso de indefensión generado”.[23]

Pragmática del abordaje de la violencia en las escuelas

Hace unos años, causados por la pregunta sobre la violencia en el ámbito educativo decidimos iniciar una investigación. Su resultado fue una primera publicación que versaba sobre algunos ejes analizados –diferencia entre agresividad y violencia, entre responsabilidad y culpa, adolescencia hipermoderna, paradojas de la seguridad, la violencia como diversión, el lugar de la autoridad–[24]. En otro volumen, decidimos detenernos a estudiar el término bullying[25].

El significante bullying asoma en el siglo XXI. Era cuyos rasgos son: el debilitamiento de la posición del padre, tanto como la caída de los ideales; la desorientación adolescente respecto a las identidades sexuales[26], los avances de la tecnociencia; su empuje a la homogeneización y el sucesivo borramiento de las diferencias que produce como efecto la segregación. Aparecen los niños y jóvenes como objetos de segregación social. Sus máximas son la libertad, el placer y el entretenimiento. La Organización Mundial de la salud (OMS) declaró que el bullying es la mayor epidemia del siglo XXI[27].

Desde este marco, trazamos un contrapunto entre lo más singular de las distintas experiencias –derivadas de intervenciones en escuelas– y el para todos que promueve el fenómeno del bullying.

Frente a estos empujes contemporáneos y encauzados –como investigadores– por el psicoanálisis de orientación lacaniana, formulamos algunas respuestas. Respuestas operativas y más pragmáticas, teniendo en cuenta que los sujetos hipermodernos no reclaman tanto el relato, sino más bien el qué hacer. Respuestas que se oponen a la medicalización o criminalización tanto del acosador como de la víctima.

Nuestro argumento, contempla la subjetividad de cada niño y joven en cuestión. Sujeto que mantiene una relación con el lenguaje desde sus orígenes. Su realidad se remite a una realidad del lenguaje; realidad de discurso. Dice Agamben: “la infancia no es algo que se pueda buscar antes e independientemente del lenguaje. Infancia y lenguaje parecen así remitirse mutuamente en un círculo donde la infancia es el origen del lenguaje y el lenguaje, es el origen de la infancia”. Ella, no puede ser simplemente algo que precede cronológicamente al lenguaje y que, en un momento determinado, deja de existir para volcarse en el habla; no es un paraíso que abandonamos de una vez por todas para hablar, sino que coexiste originariamente con el lenguaje, e incluso se constituye ella misma mediante su expropiación efectuada por el lenguaje al producir cada vez al hombre como sujeto.[28] Así –dirá– encontramos en el mundo a un hombre hablante, un hombre que le habla a otro hombre. El lenguaje suministra la definición misma del hombre.[29] Este, diferencia lo humano y no humano; más específicamente la lengua en relación con el orden semántico de las palabras. El lenguaje produce cada vez al hombre como sujeto. Condición necesaria –sumada a lo necesario de la variable del tiempo– para que el sujeto devenga parlante.

Parlêtre, una forma de expresar el inconsciente, dirá Lacan, más adelante[30]. Parlêtre, neologismo que nombra una relación: la unión del cuerpo y la sustancia gozante.

Para que el parlêtre advenga. El devenir, en este sentido se opone a ser; apunta a todas las formas de llegar a ser. Verbo que está relacionado con el tiempo. La constitución del parlante está sujeta al tiempo y a la transformación. La identificación, señala su incidencia en el devenir de un sujeto, del armado de un cuerpo, de tenerlo. Siguiendo los desarrollos freudianos, identificación y cuerpo, son dos conceptos correlativos. Distingue la identificación como un acto psíquico; Y más adelante, dirá: "es apropiación[31].

Goldenberg sostiene que “nuestra apuesta es elevar el problema de la violencia escolar a un problema éticamente serio, donde estas nuevas formas de rupturas de lazos no van en la vía reivindicativa (…) ya no se trata de la ética del sacrificio sino que la ética del capitalismo se sostiene en la diversión (…) que da cuenta de ciertos modos de la subjetividad contemporánea”[32]. Asimismo, resalta la proliferación de cámaras de video –vigilancia como un fenómeno del siglo XXI que responden a un dispositivo inmunitario que buscando proteger la vida atenta contra ella misma.[33]

Se descifra, se lee la violencia en las escuelas como un síntoma contemporáneo, donde aparece radicalizado el cuerpo afectando el lazo. Discurso híper–moderno que insta a los colegiales a consumir. La violencia se consume, mide. Del mismo modo la imagen –imágenes espectaculares– se valoriza cada vez más en el mercado. El espectáculo es una relación social entre las personas mediatizadas por las imágenes.[34] Se vira cada vez más hacia el entretenimiento como forma de control social.

Leer el síntoma[35] –nos exhorta Miller– y es lo que, nos interesa transmitir, al ubicar lo que va de la escucha del sentido a la lectura del fuera de sentido. Se apunta a una lectura sintomática cuya dirección es que el sujeto sea responsable de sus actos y de su modalidad singular de goce; responsabilidad que involucra al maltratador, al maltratado y al espectador. Lectura que se opone a una lectura fantasmática que parte del bullying, el acosador y el acosado borrando la posición subjetiva de cada uno[36]. Lectura que se opone a una victimización generalizada.[37]

El propósito del acoso no es otro que atentar contra la singularidad del sujeto víctima, golpear en sus signos “extraños” ese goce diferente que resulta intolerable”.[38] Hélene Bonnaud sostiene que el fenómeno clásico de la crueldad entre los jóvenes, tomó otro nivel no sólo involucrando los atributos del cuerpo sino también a la degradación del sujeto; destruir al sujeto como ser[39]. El acoso pone en juego el odio que se dirige a un sujeto para reducirlo a un desecho, a un puro objeto de rechazo.[40] Como si el rasgo en común fuera subsumir el cuerpo del otro bajo la voluntad de muerte y destrucción. Con el uso de las redes sociales, surge el acosador cibernético –cyberbullying– ligado a una forma inédita de disfrute.[41]

Se plantea siempre un ternario formado por el /los agresores, la víctima y el grupo de espectadores, testigos.[42] La función del testigo, es sostener el espectáculo, ser espectador. Alguien que goza desresponsabilizándose –al decir, “no hice nada, sólo estaba mirando”[43].

Otra cuestión, sobre la continuidad de los ataques, su persistencia en el tiempo, su repetición. Sostiene Lacan: “la repetición –su función es algo cuya verdadera naturaleza está siempre velada”.[44]No se asienta en lo natural ni se trata de ningún retorno de la necesidad (….) exige lo nuevo; se vuelve hacia lo lúdico que hace de lo nuevo su dimensión”.[45] La repetición –dirá Lacan– tiene cierta relación con el goce[46]. Y en lo que hace al goce, una vez que entra, no se sabe hasta dónde va –“se empieza con las cosquillas y se acaba en la parrilla”–.[47] Hay una creciente implicación de las pasiones fundamentales del poder y la posesión, dirá Lacan.

Nos advierte que “el goce sólo se interpela, se evoca, acosa o elabora a partir de un semblante”[48]. Semblante de ser porque semeja dar el soporte del ser.[49] Ser acosado, ser acosador, ser víctima, ser testigo o espectador son respuestas de goce frente a lo sintomático en los lazos.

Una mención sobre el tipo de acoso escolar más reiterativo –llamarle por mote–. Del francés mot, palabra. Nombre que se da a una persona en vez del suyo propio y que, generalmente, hace referencia a algún defecto, cualidad o característica particular que lo distingue. ¿Podría ser tomado como un nuevo nombre propio por parte del acosado? En 13 Razones por qué, Hanna pasó de ser la chica nueva a la zorra del instituto, el mejor cu…del instituto. Barthes, habla del sentido modal de los nombres; pues como los verbos, tienen una manera de llevar, de ensanchar o de constreñir al sujeto que los enuncia[50].

Finalizando, frente a una sociedad, que, obliga a la visibilidad total, a la permanente exposición de modo veloz y con falta de dirección, desde el psicoanálisis ofrecemos una respuesta estratégica que incluye lecturas y un dispositivo. Lecturas vivas. Lecturas que conciernen a la cuestión ética: hay lecturas muertas (sujetas a los estereotipos, a las repeticiones mentales, a las consignas) y hay lecturas vivas, (lectura escindida, aludiendo a la escisión del sujeto de la que hablaba Freud y que produce un texto).[51]

Dispositivo de conversación. Entendido, como un conjunto heterogéneo que incluye tanto lo lingüístico como lo no lingüístico: discursos, instituciones, leyes, procesos de subjetivación[52]. Dice Agamben: “cualquier cosa que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, modelar los discursos de los seres vivientes (…) por lo tanto, la escritura, la literatura, el lenguaje mismo (…) funcionan como lugares de procesos de subjetivación”.[53]

Así, decidimos dar un paso más en lo que hace a la violencia en los niños y jóvenes.

 
Bibliografía
  • Agamben, G., ¿Qué es un dispositivo? Adriana Hidalgo editora, Argentina, 2016.
  • Agamben, G., Infancia e historia, Adriana Hidalgo editora, Argentina, 2007.
  • Barthes, R., “Por una teoría de la lectura” en Variaciones sobre la escritura, Paidós, Buenos Aires, 2013.
  • Barthes, R., Variaciones sobre la escritura, Paidós, Buenos Aires, 2013.
  • Freud, S., "Introducción del narcisismo", Obras Completas, T. XIV, Amorrortu, Buenos Aires, 1991.
  • Goldenberg, M., Compilador, Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Buenos Aires, 2016.
  • Goldenberg, M., Compilador, Violencia en las escuelas, Grama, Buenos Aires, 2011.
  • Lacan, J., “El saber y la verdad” en El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1992.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992.
  • Lacan, J., Conférence de presse du docteur J. Lacan au Centre culturel français, Roma, octubre de 1974. Parue dans les Lettres de l’École freudienne, 1975, n° 16.
  • Miller, J.–A., Leer un síntoma, Posteado por Blog AMPlunes, julio 18, 2011[1]
  • Piñuel y Zabala, I., Cortijo Peris, O., Cómo prevenir el acoso escolar. La implantación de protocolos antibullying en los centros escolares: una visión práctica y aplicada, CEU Ediciones, España, 2016.
  • Yabor, Stella Maris, Días de bullying, edebé, Argentina, 2016.
 
Notas
  1. Serie estadounidense (2017) de misterio y drama adolescente basada en la novela de 2007 Por trece razones de Jay Asher y adaptada por Brian Yorkey para Netflix.
  2. Piñuel y Zabala, I., Cortijo Peris, O., Cómo prevenir el acoso escolar. La implantación de protocolos antibullying en los centros escolares: una visión práctica y aplicada, CEU Ediciones, España, 2016, p. 9.
  3. Ibíd, p.15.
  4. Ibíd, p.38.
  5. Ibíd, p.16.
  6. Ibíd., p.17.
  7. (criminal) banda, pandilla. Informal (amigos).
  8. Ibíd, p.32.
  9. Ibíd, p.35.
  10. Ibíd, p.18.
  11. Ibíd., p.33.
  12. Ibíd., p.33.
  13. Test acoso y violencia escolar, Piñuel y Oñate, TEA, 2006.
  14. Test de evaluación breve del acoso escolar.
  15. Ibíd, p.65.
  16. Ibíd, p.28
  17. Ibid, p.57.
  18. Ibíd, p.58.
  19. Ibíd, p.25.
  20. Ibíd, p.29.
  21. Ibíd, p.39.
  22. Ibíd, p.49.
  23. Ibíd, p.40.
  24. Goldenberg, M., Compilador, Violencia en las escuelas, Grama, Buenos Aires., 2011.
  25. Goldenberg, M., Compilador, Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Buenos Aires, 2016.
  26. Ubieto, J., “Bullying: sustraer lo singular, en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Buenos Aires, 2016, p.31.
  27. Yabor, Stella Maris, Días de bullying, edebé, Argentina, 2016, p. 7.
  28. Agamben, G., Infancia e historia, Adriana Hidalgo editora, Argentina, 2007, p.66.
  29. Ibíd., p.67.
  30. Lacan, J., Conférence de presse du docteur J. Lacan au Centre culturel français, Roma, octubre de 1974. Parue dans les Lettres de l’École freudienne, 1975, n° 16, pp. 6–26.
  31. Freud, S., "Introducción del narcisismo", Obras Completas, T. XIV, Amorrortu, Buenos Aires, 1991.
  32. Goldenberg, M., “Notas de prensa sobre violencia y el acoso escolar” en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Bs. As., 2016, p.16.
  33. Ibíd., p.19.
  34. Cita de Debord, G., en “El reverso del bulling”, en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Bs.As., 2016, p. 167.
  35. Miller, J.–A., Leer un síntoma, Posteado por Blog AMPlunes, julio 18, 2011
  36. Goldenberg, M., “Entrevista a Mario Goldenberg para Radio Lacan” en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Bs. As., 2016.p. 109.
  37. Castro, P., “Victimización generalizada” en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Buenos Aires, 2016, p. 167.
  38. Ubieto, J., “Bullying: sustraer lo singular” en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Buenos Aires, 2016, p. 31.
  39. Bonnaud, H., “La faceta de odio del acoso escolar”, en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Buenos Aires, 2016, p.97.
  40. Íbid, p. 98.
  41. Íbid, p. 99.
  42. Íbid, p. 47.
  43. Figueroa León, M.J., “La función del testigo en la época del entertainment”, en Bullying, acoso y tiempos violentos, Grama, Bs. As., 2016, p. 151.
  44. Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992, p.62.
  45. Ibíd., p.69.
  46. Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992, p.13.
  47. Ibíd., p.77.
  48. Lacan, J., “El saber y la verdad” en El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Buenos Aires, 1992, p.112.
  49. Ibíd., p.114.
  50. Barthes, R., Variaciones sobre la escritura, Paidós, Bs.As., 2013, p.124.
  51. Barthes, R., “Por una teoría de la lectura” en Variaciones sobre la escritura, Paidós, Bs. As., 2013, p.85.
  52. Agamben, G., ¿Qué es un dispositivo?, Adriana Hidalgo editora, Argentina, 2016, p.9.
  53. Ibíd., p.21.
 
 
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