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Consecuencias
 
Edición N° 22
 
Julio 2019 | #22 | Índice
 
Autismo. Un acercamiento a la experiencia [1]
Por Lucía Muñecas
 
Lucía Muñecas

Dando mis últimos pasos por la Facultad de Psicología (UBA), conocí la cátedra de Mario Goldenberg –Clínica con niños y adolescentes: La formación del síntoma– donde se ofrece a los alumnos la posibilidad de encontrarse en un contacto directo con la práctica. Contacto que muchas veces en el rol de estudiantes es difícil de acceder en la carrera y sobre todo una práctica relacionada al autismo.

El diagnóstico de autismo en la actualidad ha crecido de manera significativa, y es un tema de mucho interés para mí, por lo tanto me parecía una buena oportunidad participar de una cátedra que brindara diferentes espacios de trabajo para adquirir experiencias de gran valor profesional, como es el tener un contacto directo con pacientes, el trabajo en talleres y la posibilidad de participar en encuentros con otros profesionales.

A partir de las primeras experiencias en la práctica me encontré con el desafio que se presenta en el trabajo con el autismo, sostener la angustia, la ansiedad de querer que pase algo, sostener por largos periódos de tiempo lo mismo y la repetición de secuencias iguales. Ya que uno se encuentra con pacientes que, en muchos casos, no miran, no hablan y hasta por momentos pareciera que no registraban mi presencia. De esta manera, trabajando mi ansiedad y con mucha expectativa, desde una posición pasiva, respetando el lugar de observadora pero con la posibilidad de ser convocada por los pacientes a participar, esperando sin actuar pero dispuesta a responder si se me convocaba, es que me encontré en contacto con un paciente.

El Hospital de Día en el cual transité mi cursada, funciona como un dispositivo constituido por psicoanalistas, musicoterapeutas y terapeutas ocupacionales. Allí se realiza un trabajo “entre varios”, el cual se puede observar en los distintos espacios terapéuticos que se brindan y los alumnos pueden participar de ellos. Uno de estos es el de supervisión donde presentan los casos conjuntamente el analista individual y los talleristas, que también conocen al niño porque son parte de los demás espacios de trabajo y se repiensan “entre todos” la dirección de la cura. En los momentos de supervisión se escucha cómo este trabajo “entre varios” posibilita la participación de todos los profesionales y cómo “entre todos” se van construyendo los casos, los avances y los obstáculos que van atravesando los tratamientos, es un modo “entre varios” de pensar al autismo y particularmente, en cada supervisión, es un modo conjunto de pensar el niño autista en su singularidad y cómo continuar la dirección de la cura.

Otro de los espacios de trabajo que se realizan allí son los talleres. Éstos brindan la oportunidad de que los pacientes compartan el espacio con otros niños, con los terapeutas y los observadores. De esta manera, los talleres permiten observar a los pacientes compartiendo el espacio con pares y observarlos en un espacio “entre varios” a modo de una intervención que apunta a expandir el encapsulamiento con esta modalidad de trabajo conjunta.

De este modo, no son sólo los profesionales los que trabajan “de a varios” sino que es un “entre todos” que incluye a cada paciente en un trabajo conjunto con los demás niños, observadores (estudiantes) y profesionales.

Sobre la base de esta modalidad de trabajo y tomando el marco teórico propuesto por la cátedra con los conceptos psicoanalíticos sobre el autismo: Siguiendo las consideraciones de Silvia Tendlarz en su libro Clínica del autismo y de las psicosis en la infancia (2015) “el autismo es considerado un funcionamiento subjetivo singular que permanece a lo largo de toda la vida, sin considerar por ello que se mantenga en la misma posición para siempre”.

Desde esta perspectiva el sujeto autista es un sujeto que se encuentra inmerso en lo Real. “La inclusión del sujeto en el autismo implica el funcionamiento de un significante solo en lo real, sin desplazamiento, que actúa de modo tal que busca un orden fijo y un simbólico realizado sin equívocos posibles. La iteración del Uno determina el uso del lenguaje, las conductas estereotipadas y la construcción de series, y le permite vivir en un mundo ordenado y seguro frente a la presencia del Otro, en un mundo de seguridad” (Tendlarz, 2015, pag.66). De esta manera, que este inmerso en lo Real implica el funcionamiento de un significante solo en lo real, sin desplazamiento, donde el Uno de goce no llega a inscribirse como tal e itera. A partir del tratamiento analítico lo que se intenta, como dice Silvia Tendlarz, es abrir el mundo de posibilidades, de modo tal, que el niño pueda arreglárselas dentro de su funcionamiento singular con las herramientas que dispone tomando como punto de partida esa iteración de lo mismo, que particulariza el caso por caso.

Eric Laurent, en su libro La batalla del autismo. De la clínica a la política (2012) plantea el término “forclusión del agujero” para dar cuenta de la no constitución del objeto a. En el autismo, según este autor, el cuerpo es un cuerpo sin orificios donde no es posible ninguna trayectoria pulsional, el sujeto autista se encuentra inmerso en lo real, nada puede extraerse de allí, porque nada falta, el mundo es un mundo invivible, hay un exceso de goce que invade al cuerpo porque no hay borde que lo delimite y por lo tanto se produce la falta del agujero y el borde. El agujero sólo puede producirse en la medida en que esté provisto de un borde simbólico, el agujero para ser agujero debe tener un borde que lo delimite como tal. Este borde es necesario para que la pulsión haga su recorrido y para que se constituya el cuerpo como superficie que rodea el borde. Lo que sucede en el autismo, según Laurent, es que no hay producción del agujero y en su lugar crea el encapsulamiento que funciona como defensa; una defensa masiva, considera el autor, como una invención personal. “[...] el cuerpo–caparazón es lo que resulta de un cuerpo cuyos orificios están todos ellos ocluidos. Entonces ya no es posible ningún trayecto.”(Laurent, 2014, pag. 53). De esta manera, Laurent, propone que el encapsulamiento ya es una respuesta defensiva del sujeto, que se trata de la producción de un borde corporal en el que queda encerrado y que le permite funcionar como un borde ya que no tiene cuerpo, no tiene agujero ni imagen. Esta “forclusión del agujero” vuelve el mundo invivible y, como sostiene el autor, empuja al sujeto a producir un agujero por forzamiento para poder encontrar una salida al demasiado de goce que lo invade.

Este autor establece que en el autismo se trata del retorno de goce sobre un borde pero este borde, como se dijo anteriormente, debe producirse, es un neo–borde, es un tipo de borde que arma el autista que le permite suplir ese agujero que no se produce por efecto de la forclusión. Al mismo tiempo, es un borde que no está cerrado absolutamente a todo, sino que, como menciona Laurent, es elástico y pueden incluirse en él diversos objetos, el propio analista puede incluirse dentro del borde como un modo de lazo transferencial, volviéndose así, partenaire del autista sin producir la irrupción de un goce insoportable. Laurent considera que en el autismo, el Uno de goce no se borra, no se negativiza y aparece en más; todos los significantes están en lo real e iteran. Por tal motivo, el autor plantea que es a partir de esta iteración de lo mismo que se tiene que pensar la dirección de la cura de modo de encontrar algo nuevo en la repetición, considerando que es a partir del objeto autista que el psicoanalista puede volverse partenaire del autista.

Siguiendo estos planteos, parece posible que se pueda construir un lazo sutil dentro del dispositivo analítico, en donde se busca un contacto con el niño pero sin esperar una respuesta determinada. De acuerdo a lo que plantea Silvia Tendlarz, el analista puede ocupar el lugar de doble, de destinatario o de una presencia que acompaña su trabajo; lo importante, según Laurent, es intentar construir un espacio que no sea del sujeto ni del otro –éxtimo– para alcanzar un “autismo de a dos”.

Jean–Claude Maleval, considera al autismo como un tipo clínico en el que lo esencial permanece invariable. Plantea dos características principales, por un lado, el rechazo de la alienación significante, que lleva al autista a no enmarcar su goce en la palabra y considera que su goce no está regulado por lo simbólico de modo tal que no se inviste la realidad social, y por el otro, el retorno de goce sobre un borde. Este borde para Maleval, se construye como una defensa autística frente al goce no ligado, que se despliega desde el borde aislante hasta el borde dinámico. De esta manera, la burbuja autística es una formación protectora frente a un Otro real amenazante. Este borde esta constituido a partir del objeto autistico al cual el sujeto autista se encuentra pegado, el doble que funciona como suplencia y los intereses especificos que tiene el sujeto.

Maleval organiza la clínica del autismo a partir del lugar del objeto voz y en su libro El autista y su voz (2009) sostiene que la carencia enunciativa es lo que determina al autismo, “Cuando el sujeto trata de comunicarse, lo hace esencialmente de un modo que no ponga en juego ni su goce vocal, ni su presencia, ni sus efectos. Si hay una constante discernible en todos los niveles del espectro del autismo, reside en la dificultad del sujeto para adoptar una posición de enunciador. Habla a buen grado con la condición de no decir”(Maleval, 2009, pag. 71). Es decir que, el objeto voz es el portador de la marca de la singularidad, de la marca de goce, que el sujeto autista no soporta y se le vuelve tan intrusivo. “La disociación entre la voz y el lenguaje esta en el origen del autismo”(Maleval, 2009, pag. 80). El autista se siente molesto por el goce vocal desregulado que no se ha extraído y es vivido como un exceso. En esta línea, Maleval parte de la idea de que nada angustia más al sujeto autista que ceder su goce vocal y sostiene que por eso se tapa lo oídos frente a la presencia del objeto voz en tanto que se le vuelve insoportable.

Posteriormente, Maleval propone que la burbuja en la que el sujeto está inmerso, implica la retención de los objetos pulsionales y considera que el rechazo de la cesión de esos objetos es esencial en el autismo. También hace la diferenciación entre autismo y psicosis planteando que, a diferencia de la psicosis que lleva el objeto en el bolsillo, en el autismo el objeto se lleva en la mano, de esta manera, al no distanciarse del objetoéste queda fundido con un goce autístico.

En cuanto al borde, Maleval propone que está constituido por tres elementos, las islas de competencia, el doble real y el objeto autista. El autor considera que es a partir del doble que el autista se desenvuelve frente a la falta del objeto a, ya que este se le impone como una estructura privilegiada para salir de la soledad, es una estructura en la cual puede apoyarse. El objeto autista es considerado por Maleval como una protección del sujeto, este tiene un papel importante para la constitución del borde que estabiliza la relación con el Otro. A partir de éste, se puede pensar en la posibilidad del desplazamiento del borde que produce la expansión de intereses y con ello se amplía el mundo en el que se incluyen nuevos objetos y personas, progresivamente puede haber una complejización del objeto que puede pasar de ser un objeto siemple a un objeto complejo. Y por último las islas de competencia, corresponden a aquellos intereses específicos que muchas veces constituyen un saber erudito.

En la misma línea Eric Laurent, propone que hay en el autismo, una particular relación con ciertos objetos que pueden servir como pista para el abordaje psicoanalítico, considerando que sin objeto no hay Otro y por lo tanto, es a partir de ciertos objetos, que se puede pensar en la construcción de un espacio de encuentro, de un lazo, entre el analista y el paciente. “El soporte de un objeto –y esto más allá de toda dimensión de juego– es necesario para hacerse partenaire del autista. Sin objeto, no hay Otro” (Laurent, 2013, pag. 54).

En mi experiencia…

Haber tenido la posibilidad de vivenciar una práctica de esta manera, siendo aun estudiante, me permitió hacerme de algunas herramientas para conocer una forma de trabajo con pacientes autistas. Fue muy nutritivo poder, en los ultimos paso de mi Licenciatura compartir el trabajo y los distintos espacios terapéuticos y de supervisión con tantos profesionales con experiencia que me ayudaron y me enseñaron. Además, y sobre todo, tuve la posibilidad de trabajar con pacientes, llevar adelante ciertas intervenciones y conceptualizar un caso desde mi propia respectiva, apoyada siempre por mi coordinadora y los profesores, a quienes le estaré siempre agradecida.

 
Notas
  1. Trabajo presentado en V Jornadas Nacionales de Clínica con Niñxs y Adolescentes 2019: ¿Qué orienta la clínica con niñxs y adolescentes? Sábado 1° de junio 2019, en la Facultad de Psocología UBA.
 
 
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2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA