Última edición Staff Links Contacto Instituto Clínico de Buenos Aires Seguinos en FacebookSeguinos en Facebook
Consecuencias
 
Edición N° 22
 
Julio 2019 | #22 | Índice
 
Acerca de la función de la letra en psicoanálisis [1]
Por Sofía Peralta Ramos
 
Sofía Peralta Ramos

El tema que nos ocupa este año es el “Sueño del sentido”. Me interesa poder trabajar cómo en un análisis ir a contramano de ese sueño de sentido. Y me parece que un camino posible de ir a contramano del sueño de sentido es por la vía de la letra. Y hay que decir que para poder ubicar la función de la letra es necesario hacer una operación de lectura.

Pero antes de empezar a desarrollar este tema quiero decir que me sirvió de guía para hacer este trabajo el curso que dio Alejandra Eidelberg en la maestría de la UNSAM, ya que su curso tenía que ver justamente con la función de lo escrito y la lectura en psicoanálisis[2].

Ahora sí, para meternos en el tema que me interesa poder trabajar hoy, voy a empezar tomando una cita de J.–A. Miller de la conferencia “Leer un síntoma”. Dice así: “Leer un síntoma es lo opuesto, es decir consiste en privar al síntoma de sentido. Por ello Lacan sustituye al aparato de interpretar de Freud –que Lacan mismo había formalizado (…), es decir el ternario edípico– por un ternario que no produce sentido, el de lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. Pero al desplazar la interpretación del marco edípico hacia al marco borromeo, el funcionamiento mismo de la interpretación cambia y pasa de la escucha del sentido a la lectura del fuera de sentido¨. Miller continúa: “Se trata (…) de explorar lo que es el psicoanálisis y lo que puede a nivel propiamente dicho de la lectura, cuando se toma distancia de la semántica.”[3]

Por tanto, hay, por decirlo de algún modo, dos caminos posibles a partir de lo que plantea Miller: está el camino de la escucha del sentido, y si en un análisis nos quedamos solo en ese plano, estamos en el terreno de la psicoterapia; y está el camino de la lectura del fuera–de–sentido, que es lo que me interesa poder trabajar hoy.

Pero además, hay que decir que el fuera de sentido, siguiendo a Miller, solo es posible a partir de una operación de lectura.

A continuación quiero tomar algunas citas de Lacan del Seminario XX, de la clase III de ese Seminario que están en relación con lo recién mencionado. La clase se llama “La función de lo escrito”. Lacan empieza el capítulo diciendo: ¨Voy a entrar muy quedamente en los que les tengo reservado para hoy, que es algo que a mí, antes de comenzar, me parece peliagudo. Se trata de la manera cómo, en el discurso analítico, hemos de situar la función de lo escrito.”[4] Y a continuación habla de los Escritos y dice: “Esos Escritos, ya se sabe, no se leen fácilmente. Puedo hacerles una pequeña confesión autobiográfica: eso precisamente pensaba yo. Pensaba, y a lo mejor la cosa llega hasta ese punto, pensaba que no eran para leer. Es un buen punto de partida.”[5] Y un poco más adelante en ese capítulo va a decir: “La letra es algo que se lee. (…) Pero justamente no es lo mismo leer una letra que leer. Es bien evidente que en el discurso analítico no se trata de otra cosa, no se trata sino de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir.”[6]

Es importante destacar que Lacan está diferenciando entre leer una letra y leer. Para poder leer una letra hay que distanciarse de la escucha y nosotros podemos agregar, que para poder leer hay que tomar lo que dice el paciente como si fuera un texto escrito, justamente, al pie de la letra. Avancemos un poco más. En el punto dos de ese mismo capítulo Lacan refiere: ¨Lo escrito no pertenece en absoluto al mismo registro, no es de la misma calaña, si me permiten la expresión, que el significante.¨ Podemos preguntarnos por qué dice esto Lacan. Podemos responder que lo escrito tiene que ver con la letra y la letra no pertenece solo al registro significante. Esto lo podemos pensar a partir de “Lituratierra”, texto muy complejo, donde Lacan va a decir algunas cosas cuestiones sobre la letra. Cito: “La letra ¿no es acaso ella... litoral más propiamente, o sea que figura que un dominio enteramente haga frontera para el otro, porque son extranjeros, hasta el punto de no ser recíprocos?”[7] Y continúa: ¨El borde del agujero en el saber, ¿no es eso lo que ella dibuja?”[8]. Ahora bien, ¿Qué es un litoral? Si buscamos la definición aparece que un litoral “es el área de transición entre los sistemas terrestres y los marinos.”[9]

Podemos decir por tanto, que la letra es un área de transición entre dos sistemas, dos sistemas que podemos ubicar como heterogéneos. Sigamos un poco más con “Lituratierra”: “Lo que inscribí, con la ayuda de letras, de las formaciones del inconsciente para recuperarlas de donde Freud las formula, al ser lo que son, efectos de significante, no autoriza a hacer de la letra un significante.[10] Esta cita me parece importante ya que explica por qué la letra no es de la misma calaña que el significante, ya que, tal como refiere Lacan en esta cita, no estamos autorizados a hacer de la letra un significante.

Última cita que tomo de “Lituratierra”: “Entre centro y ausencia, entre saber y goce, hay litoral que sólo vira a lo literal si pudiesen, a ese viraje, considerarlo el mismo en todo instante. Solo a partir de eso ustedes pueden considerarse como el agente que lo sostiene.”[11] Lacan constantemente en ese texto juega con litoral y literal. Ahora bien, si tal como refiere Lacan en este texto la letra es litoral, está entre el saber y el goce, me parece que en un análisis se podría pensar la letra como una vía para acercarnos al borde del agujero en el saber. Recuerdo que en la primera reunión que tuvimos este año en el Departamento de Filosofía y Psicoanálisis, Mario Goldenberg trabajaba la cuestión del despertar, del despertar del sueño del sentido. Por eso creo que en un análisis si uno hace una operación de lectura que apunte a la letra, uno puede lograr ese efecto de despertar, ya que como bien sabemos cuándo uno se acerca al borde del agujero en el saber aparece algo del orden de lo real, y eso sacude, despierta.

A continuación quiero retomar la conferencia de Miller “Leer un síntoma”, que me parece nos ayuda a seguir pensando esto. Cito: “Era el sueño de Lacan poner el psicoanálisis al nivel de las matemáticas. Con respecto a esto hay que decir que solo en las matemáticas lo real no varía”. Y Miller se pregunta: “¿Cómo se accede en matemáticas a lo real, porqué instrumento? Se accede por el lenguaje sin duda, pero un lenguaje que no hace pantalla a lo real, un lenguaje que es lo real. Es un lenguaje reducido a su materialidad, es un lenguaje que está reducido a su materia significante, es un lenguaje que se reduce a la letra.”[12]

Por tanto la letra no hace pantalla a lo real, es lo real. Esto me parece fundamental.

Sigo un poco más con esta conferencia de Miller: “Mientras que la palabra es siempre espiritual si puedo decirlo y la interpretación que se sostiene puramente a nivel de la palabra no hace más que inflar el sentido, la disciplina de la lectura apunta a la materialidad de la escritura, es decir la letra en tanto que produce el acontecimiento de goce que determina la formación de los síntomas.”[13]

A partir de esta cita podemos ubicar la relación de la letra con el síntoma, en tanto la letra, según Miller, produce el acontecimiento de goce que determina la formación de los síntomas. Y nosotros podemos agregar que los síntomas son el efecto de la marca de lo escrito en el cuerpo. A continuación trabajaremos lo recién mencionado con algunos testimonios de pase. Es que al realizar este desarrollo me preguntaba cómo cernir algo de lo producido hasta acá, porque son cuestiones bastante teóricas. Pero me parece que en algunos testimonios de pase es posible situar algo de lo estudiado hasta acá. Es por eso que voy a tomar dos testimonios de pase de Mauricio Tarrab, y un tercer testimonio de pase de Laure Naveau. Todos estos testimonios se pueden encontrar en la página web de la EOL.

Los testimonios de pase de M. Tarrab que tomo, se titulan: “Y el soplo se vuelve signo” y “Entre relámpago y escritura”. Voy a leer algunos fragmentos de ambos.

Tarrab está contando un recuerdo en análisis y dice: “El recuerdo tiene bordes precisos: había un pasillo bajo una escalera, un túnel oscuro por donde los niños debían pasar. Es seguro que allí ocurrió algo sexual… ¿algo se vio, se escuchó, se tocó?, el recuerdo no llega hasta allí. El pequeño sale excitado de ese túnel, sube la escalera a toda carrera y al llegar arriba tiene un desmayo. Lo esencial del recuerdo es que la madre dirá luego que eso fue un soplo al corazón. Al terminar el relato recibo una interpretación: La palabra de su madre penetró!!!”.[14]

Continúa Tarrab: “Con la palabra materna que traumatiza al niño, se conjugan la excitación sexual, el fading y la amenaza de muerte. La palabra materna toca el cuerpo marcando un destino para cualquier exceso, excitación, o esfuerzo. Marca también cierta vulnerabilidad del cuerpo que se afrontará con todos los recursos de sobre–compensación que la obsesión ofrecería. Queda la huella de este decir y el significante soplo marcando el cuerpo.”[15]

Me parece que podemos pensar este soplo que dice la madre como una marca que queda en el cuerpo. Algo queda escrito en el cuerpo y esto determina los síntomas que ese parlêtre tendrá en su vida. Por eso refería anteriormente que los síntomas son el efecto de la marca de lo escrito en el cuerpo. Tarrab va a agregar en el testimonio que “luego de la reducción del inconsciente y del síntoma, uno no se encuentra con una historia sino con fragmentos de escritura y trozos de real.”[16]

Última cita que tomo de estos testimonios de pase de Tarrab, quien dirá que al final de su análisis lo que queda es soplo, temblor, voz; significantes sueltos, fuera de todo sentido. En sus palabras: “Se muestra también aquí el límite de lo que se puede extraer del significante cuando uno se acerca así al agujero en el saber.”[17]

Sabemos, a partir de “Lituratierra”, que lo que bordea el agujero en el saber es la letra. Podemos decir entonces, que si tomamos el camino de la operación de lectura de la letra nos acercamos al agujero en el saber y a eso escrito que está marcado en el cuerpo delparlêtre.

Ahora tomaré otro testimonio de pase, que es, tal como mencioné, el de Laure Naveau, testimonio titulado “La voz dulce”. De este testimonio me interesa tomar dos momentos, que podriamos situar como el momento del “sentido religioso”, y el segundo y último momento, el del “fuera de sentido”. Es importante aclarar que éste es un ordenamiento que realicé a los fines de este trabajo, pero que no está ubicado de este modo en el testimonio de Naveau. De ese primer momento que localizo como el del ¨sentido religioso¨ voy a tomar algunas citas: “Toda exposición en la arena de la vida amorosa servía para alimentar al fantasma: colocarse en las manos del Otro, o entregarse a los decires del Otro, exponiéndose a cambio a una mirada celosa, que le costaba angustia y culpabilidad. Elegía entonces extraerse de la escena, sustrayéndose del deseo del Otro, sustrayéndose de su palabra. Sustrayéndose. Para que el Otro se quedara en silencio, ella quiso callarse y convocaba al no–sentido. Fracaso exitoso.”[18]

Podemos subrayar este “callarse” que refiere Naveau de ese momento. Tomemos otra cita: “Darse cuenta de un significante–amo de su existencia, la cautiva, fue para ella un momento de travesía radical. Ella descubrió allí el fantasma de captación del Otro que él encubría, se liberó de él, aligerándose también de este imperativo amoroso, – pero no de sus malentendidos. (…) Al liberarse de esta servidumbre fantasmática, consintió a hacerse causa del deseo del hombre amado sin sentir angustia ni culpabilidad. A alojar su destierro en el nuevo apellido que él le ofrecía, con su amor.”

Última cita de este primer momento: “Porque en este contexto histórico, el psicoanálisis, nueva óptica esclarecida del malestar en la cultura, debía poner al desnudo. Se practicaba indiferentemente dentro y fuera del consultorio del analista. Todo tenía un sentido, y todo lindaba con una nueva religión del padre.”[19]

A continuación tomaré algunas notas de lo que ubico como segundo y último momento que titule como el punto del ¨fuera de sentido¨. Naveau relata una sesión: ¨Se había preguntado en sesión: ¿si ella era Sheherezade, la que quiere, tal y como lo escribió Borges, salvar a las mujeres de la crueldad de un hombre, la que expresa el deseo frente a una ley aplastante, la que se enfrenta al poder del príncipe, y que narra cuentos que deja inacabados, – a quién quería ella así engatusar, tal y como lo había hecho con su controlador? ¿A quién, con su palabra de analizante, quería ella adormecer, y cómo, entonces, despertarse del sueño que ella no cesaba de contar? Su analista puntuó esta sesión con un: "Ud. es una narradora", que seguía a una escansión precedente, en la que él enunció "Ud. tiene la voz dulce". Subrayo de esta cita el usted es una narradora, y usted tiene la voz dulce, palabras referidas por su analista.

Otra cita: “Desde hacía tiempo, jóvenes pacientes habían venido a plantearme su decisión de hacer un análisis, y evocaban entre las razones de su elección, mi voz, que habían escuchado cuando presentaba trabajos científicos, y que habían juzgado como siendo una voz dulce. No le había prestado atención a eso. Pero le había contado a mi analista, y a mi controlador, una secuencia en la cual, una vez más, esta elección de la voz dulce me había sido significada.

Porque el sonido de la voz, en esta ocasión, había resonado al revés. La joven paciente finalmente me dejo, y se dirigió a un analista hombre, que se caracterizaba por su vozarrón.”[20] Naveau continúa: “Este día mi analista escande este nuevo relato riéndose, y agrega con tono alegre: "¡Si, ella va a encontrar allí la otra voz que buscaba, el vozarrón!" Al salir de esta sesión, algo de indefinible basculó.Tenía que regresar inmediatamente donde mi analista, pero no sabía ¿por qué? ¡Venga! me dijo por teléfono. De nuevo recostada en el diván, me escuché decir, por primera vez, que no tenía nada más para darle, sólo el sonido de mi voz. Y que eso vine a hacer ahí, desde siempre, cuatro veces por semana: con esta voz dulce, domesticar al obsceno y feroz superyó. Iba a poder convertirme en esta voz, escogida, y a la vez, rechazada. Me dijo sí, y me acompañó a la puerta.”[21]

Última cita que tomo de este segundo y último momento: “¿No me había pedido mi analista, desde nuestro primer encuentro, que le cantara la canción que contenía el nombre de mi hija? Lo había hecho con voz temblorosa sin saber que allí residía lo más íntimo de mi goce, y el misterio doloroso que yo era para mí misma. Servirme de ello hoy día para operar con el resto que queda de ese sí–mismo elucidado, se volvió posible.”

Podemos observar cómo Naveau pasa de la religión del padre, momento donde todo tenía un sentido edípico, al momento del sonido de la voz. Voz que podemos ubicar como fuera de sentido. Ya que podemos decir que ella regresa al consultorio del analista, no para decirle algo, continuar asociando o contar un sueño, sino para, ¨escuchar el sonido de su voz¨, voz que podríamos ubicar asimismo como suelta del marco fantasmático. Además es importante situar que Naveau pasa de ser la cautiva a ser la narradora, la que se sirve de su voz. En relación a lo recién mencionado, podemos agregar, que lo que queda al momento de concluir un análisis es el objeto, en este caso, el objeto voz. Y en el caso de Tarrab lo que queda, también es el objeto voz, ya que como dijimos, quedan significantes sueltos tales como soplo, temblor, voz.

Tomé estos testimonios de pase ya que me parece que para pasar del sentido al fuera de sentido es imprescindible una operación de lectura que apunte a la letra en tanto litoral entre saber y goce. Es a través de una operación de lectura que vaya a contramano del sentido que se puede ir reduciendo la historia edípica, esa ficción que el neurótico se crea, para que puedan así, aparecer esos fragmentos de escritura, esos trozos de real como decía Tarrab.

Para terminar quiero leer una cita de Alejandra Eidelberg del libro Letras. Poéticas. Lecturas Lacanianas que me parece resume un poco lo trabajado hasta acá. Está hablando de la letra y dice: “Es un surco que no se inscribe en la memoria consciente del sujeto ni en la de su inconsciente estructurado como un lenguaje, sino directamente en su cuerpo, como eco de un decir. Al no ser huella mnémica la letra escapa entonces a toda articulación simbólica en un discurso. Pero esto no habilita a concebirla como anterior a los semblantes del significante, pues es su materia y se desprende de ellos cada vez que el sentido encalla. Se puede leer entonces su materialidad: como residuo, resto, mero trazo en los pliegues del goce.”[22] Fin de la cita. Podemos decir entonces que uno pesquisa la letra en esos restos que aparecen cuando el sentido encalla.

 
Bibliografía
  • Eidelberg, A., Letras. Poéticas. Lecturas Lacanianas, Buenos Aires, Tres Haches, 2014.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 20: Aún, Paidós, Buenos Aires, 2009.
  • Lacan, J., “Lituratierra”, en Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.
 
Referencias electrónicas
 
Notas
  1. Trabajo presentado el 21 de junio de 2019 en el marco del Seminario "El sueño del sentido" en el Departamento Psicoanálisis y Filosofía – Pensamiento Contemporáneo del CICBA.
  2. Curso "Fundamentos de Psicoanálisis II: La función de lo escrito y la lectura en psicoanálisis" dado en Maestría en Clínica Psicoanalítica U.N.S.A.M.
  3. Miller, J.–A., “Leer un síntoma”, sitio web AMP Blog, disponible en: http://ampblog2006.blogspot.com/2011/07/leer–un–sintoma–por–jacques–alain.html
  4. Lacan, J., Seminario Libro XX: Aún, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 37.
  5. Ibíd, p. 37.
  6. Ibíd, p. 38.
  7. Lacan, J., “Lituratierra”, en Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 22.
  8. Ibíd, p. 22.
  9. Litoral, Wikipedia, disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Litoral
  10. Lacan, J., Op. Cit., p. 22
  11. Ibíd, p. 25.
  12. Miller, J.–A., Op. Cit.
  13. Ibíd
  14. Tarrab, M., Entre relámpago y escritura, sitio web de la Escuela de la Orientación Lacaniana, disponible en: http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_pase&SubSec=testimonios&File=testimonios/tarrab_entre.html
  15. Ibíd
  16. Tarrab, M., Op. Cit.
  17. Ibíd
  18. Naveau, L., La voz dulce, sitio web de la Escuela de la Orientación Lacaniana, disponible en: http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_pase&SubSec=testimonios&File=testimonios/naveau_lavozdulce.html
  19. Ibíd
  20. Ibíd
  21. Ibíd
  22. Eidelberg, A., Letras. Poéticas. Lecturas Lacanianas, Tres Haches, Buenos Aires, 2014, p. 41
 
 
Kilak | Diseño & Web
2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA