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Consecuencias
 
Edición N° 23
 
Diciembre 2019 | #23 | Índice
 
Democracia o Neoliberalismo
Del goce del superyó al deseo decidido del sujeto
Por Rosy Goldman
 
Rosy Goldman

Cuando algo es insoportable hay que poder decir NO.
Eric Laurent

Sin dudas, la sensación de que la vida es insoportable se extiende planetariamente… Una posibilidad de vivir del sujeto es cambiar su relación con el superyó…
Jorge Alemán

Ojalá podamos tener el coraje de estar solos,
Y la valentía de arriesgarnos a estar juntos.
Eduardo Galeano

Cuando una experiencia transformadora toca algo verdadero, un punto de encrucijada, siempre retorna.
Jorge Alemán

Interrogantes…

¿Se puede suponer un hiato para producir un momento contingente que revierta el supuestamente eterno capitalismo mutándolo en un acto instituyente que produzca la emancipación? ¿Cómo sostener en el tiempo el acto instituyente sin que sea destituido? ¿Se logrará producir una articulación de todas las demandas al filo de la queja y transformarlas en una rectificación subjetiva de la posición del goce del superyó al deseo decidido de los sujetos? ¿Se podrá aminorar el odio para que encauce su libido a la emancipación de los mandatos segregativos?

Dos presentaciones del neoliberalismo
Conjeturas de coyuntura:

Este escrito fue presentado en las Jornadas: “Derivas de una Izquierda Lacaniana: En torno a los textos de Jorge Alemán” en abril de 2019. Con lo cual estas conjeturas, si bien han sido renovadas a través de la trayectoria coyuntural actual hasta noviembre del 2019, sólo serán corroboradas o no, por sus efectos ya que, como siempre, la resignificación será a posteriori luego del desarrollo de los acontecimientos. Los sucesos sociales suceden a tal velocidad que es imposible predecir ningún futuro.

Este artículo parte de la hipótesis de que el neoliberalismo, en sus nuevas formas, ha tenido la astucia de pesquisar un núcleo duro de la constitución del sujeto, el superyó, apuntando a éste para formatear subjetividades dispuestas a cualquier sacrificio, incluso la propia muerte.

Hay, además, desde el psicoanálisis, otra cuestión que se pone en juego en la constitución del sujeto: frente a lo insoportable, no tiene interés “en saber” sino más bien ser engañado para no encontrarse con la muerte (la muerte es un límite del goce, una verdad)[1]. De este modo, es susceptible de creer en las mentiras, aun habiendo comprobado que está eligiendo lo peor para sí mismo.

No olvidemos el componente segregativo que produce el “odio” a las “diferentes maneras de gozar del otro”, llegando este “odio” hasta desquiciarse en la aniquilación del supuesto “otro enemigo”, que en el “registro imaginario” se representa como “el otro o yo”, no hay lugar para los dos, por lo cual debe ser eliminado.

Es interesante la posición de Ricardo Forster (que fue válida en 2015 y se confirma con otros ingredientes en 2019) en su artículo en Página 12 del 27 de abril de 2016 titulado “La servidumbre voluntaria”: “En estos inquietantes días argentinos somos testigos de una confluencia que tiene obnubilada a una parte de la sociedad: la que reúne a la servidumbre voluntaria con el ´síndrome de Estocolmo´. Por un lado, el poder ha logrado expandir su hegemonía formateando conciencias que miran el mundo a través de los ojos de la dominación y, por el otro lado, hay un goce, también de muchos de los perjudicados directos, en aceptar los brutales golpes que el ajuste y las políticas neoliberales descargan sobre la población. Mientras fijan sus miradas hipnóticas en las infinitas pantallas desde las que se relata la corrupción del gobierno anterior, cierran esos mismos ojos a la evidencia de una regresión salvaje acompañada de una nueva y gigantesca estafa contra la mayor parte de esa sociedad que sigue absorbiendo la ficción que les ofrecen los grandes medios de comunicación.”

El relato neoliberal que hoy encarna “Cambiemos” en la Argentina ha sabido penetrar hondamente en el sentido común a un nivel tal que se acepta como algo bueno y natural que los gerentes de los grandes bancos y empresas multinacionales ocupen los principales puestos en el Poder Ejecutivo Nacional; como si la famosa “opinión pública” (esa misma que tan pacientemente crean los medios corporativos) creyese que por ser millonario o CEOS de alguna gran empresa se es portador de la facultad, fantástica y loca, de irradiar su riqueza al conjunto de la sociedad y están excluidos de la posibilidad de ´robar´ (itálic agregado por la autora de este artículo). Más allá incluso de la teoría del derrame que desde 2015, lo único que derramó torrencialmente fueron desocupados, pobres e indigentes; la nueva construcción propagandística y reproducida desde las grandes maquinarias mediáticas y publicitarias, sigue bombardeando a la sociedad con la “corrupción del populismo” y “las valijas llenas de dinero de la ruta K” mientras la risa infernal de los poderosos se multiplica para goce de aquellos votantes que están fascinados con sus depredadores y ciegos a la destrucción de su propia vida y del futuro de sus hijos.

Es interesante retomar a Freud desde “Tótem y Tabú” cuando nos habla de la constitución del Otro gozador sin límites.

O sea, hay objetos de goce disponibles ofrecidos a mansalva para taponar el vacío. Y una oferta de sacrificio para obtenerlos. A su vez, la “fascinación de las pantallas” que bombardean con un discurso que transmite una única verdad: Toda la culpa es de la “pesada herencia” del gobierno anterior, desresponsabilizándose de las atrocidades cometidas.

La lectura comienza por admitir lo imposible. Aquí me permito incorporar la posición anticipatoria de Lacan en su Conferencia en Milán (12–05–1972) al introducir el discurso capitalista, que se niega a incluirlo dentro de los cuatro discursos propuestos en el Seminario XVII –ya que en el capitalista se rechaza lo imposible (de la relación sexual), la castración y el amor–. “El capitalismo se consuma y se consume en su discurso bajo el imperativo de la plusvalía, por lo tanto del plus de gozar”. Ya en el Seminario XVI afirma que “Marx parte de la función del mercado de trabajo. Esto le permite demostrar lo que hay de inaugural en su discurso: la plusvalía, por lo cual se desprende como causa de su pensamiento la función de la plusvalía… El trabajo no era nuevo en la producción de la mercancía…” Más adelante afirma que: “Desde el principio esta renuncia constituye al amo, quien piensa volverla al principio del placer. La novedad es que haya un discurso que articule esta renuncia y haga aparecer lo que llamaré la función del plus de gozar. Aquí está la esencia del discurso analítico… El discurso posee los medios de gozar en la medida en que implica al sujeto. No habría ninguna razón de sujeto, en el sentido que se dice razón de Estado, si no hubiera en el mercado del Otro como correlato el establecimiento del plus de gozar recuperado por algunos… El plus de gozar es función de la renuncia al goce por efecto del discurso. Eso es lo que da lugar al objeto a. En la medida que el mercado define como mercancía cualquier objeto del trabajo humano, este objeto lleva en sí mismo algo de plusvalía…”.

En el Seminario XX Lacan nos advierte, siguiendo en esta línea, que el Superyó nos impone un mandato preciso: “¡Goza!”, pero no sólo de la renuncia, sino que esta renuncia es infinita a cambio de algo que nunca llegará. Es necesario que la renuncia se adecúe a las ofertas del mercado.

Es decir, mediante este bombardeo de los medios de comunicación y su repetición autómata –como una ecolalia (como un goce autista)– de los “supuestos análisis obvios” de este formateo, se ha producido un sentido común que determina –no necesariamente irreversible– sus decisiones a futuro.

Por otro lado, me interesa mencionar a Raúl Felman quien en su libro La construcción del sentido común (Editorial Continental, 2019), despliega su convicción de que el macrismo hace tiempo que está sumergido en la conquista del sentido común. Allí despliega ideas y conceptos para pensar cómo puede ser que no haya habido un estallido social pese al descalabro económico y cómo opera en esa lógica la llamada “batalla cultural” (supuestamente construida en sentido inverso en “la década ganada”).

Aquí sería necesario investigar por qué se ha producido una desconexión entre el malestar de los sectores populares y el proyecto nacional y popular, como así también la desconexión entre capitalismo y democracia a una velocidad imparable.

Sin embargo, en Argentina en particular existe una militancia juvenil que se mantiene en el tiempo y tal vez sea contingentemente la que pueda producir una transformación, ya que es una sociedad, digamos casi excepcionalmente, que tiene recursos simbólicos para que se produzca. Esto por supuesto no está garantizado.

Retomando a Felman (luego de estos comentarios alentadores) habla del sistema de valores, es decir, de cómo el sentido común creado se introduce y actúa persuasivamente en “el alma de la gente”. Se refiere al sistema de gestión del macrismo, al que denomina “cinicracia”. Es esa dimensión discursiva que les permite el doble poder de, por un lado, mostrarse como un gobierno que aparentemente cumple con las leyes y que tiene una determinada legitimidad, y por otro funcionar de un modo completamente antidemocrático y segregativo. Así incorporaron en la sociedad el concepto de la grieta, como también impusieron el tarifazo y la idea de que “se robaron todo”.

Estos mandamientos se han impregnado masivamente en la población, sobre los llamados “indecisos” o “indiferentes” que, al parecer, van a constituirse en la variable necesaria del resultado de las elecciones que determinarán el futuro del país, ya sea al “abismo” o a un capitalismo menos salvaje y más distributivo.

La única manera de conquistar el sentido común es entender que estamos en una sociedad formada por sectores diferentes que deben ser incorporados. Se habla mucho de que la “gente” vota en contra de sus intereses, pero se piensa sólo en los intereses económicos y la realidad es que la “gente” tiene muchos intereses, especialmente en una época dominada por el capitalismo cultural. La cuestión económica es urgente y está a la vista, pero la capacidad destructiva que tiene esta otra dimensión es lo que más preocupa, porque modifica el modo en el que cada uno se vincula con la sociedad, con la familia, y con el otro, todo bajo una lógica del miedo. Por algo se repite que “el miedo es más fuerte que la decepción”.

Felman también afirma, que este marketing está basado en lo que se propone el inspirador de la campaña que es un aprendiz excelente de la propaganda nazi. Trabaja a la perfección esta idea de la polarización, de crear un “enemigo único” y hacerlo responsable de todos los males de nuestra sociedad. Y preocupémonos, porque nos está programando a convalidar una forma de vida que es invivible.

Aportes del psicoanálisis en “la subjetividad de la época”

El desafío desde el psicoanálisis y la política sería encontrar la hendija para hacer tambalear esta subjetividad formateada (como sucedió en la campaña y elección de 2015), repleta de goce, a los fines de producir el sujeto deseante que habita en esa subjetividad, apuntando a la independencia de esta dominación que lo agobia.

Ahora bien. ¿Qué provocó en la elección del 2015 y durante 3 años el consentimiento de la población a este rumbo al abismo?

Nada más y nada menos que el mandato superyoico al goce del sacrificio, a la creencia en la deuda impagable por “haberse atrevido a vivir mejor”, cuestión que produce una culpa infinita, imposible de eliminar.

El aglutinador de estas subjetividades ha sido el odio promovido por todos los medios disponibles que ha tenido el poder real corporativo. Este odio es, en mi opinión, el más difícil de revertir. La “caída estrepitosa” de la imago paterna ya no oficia de Simbólico que pueda interferir en esta rivalidad imaginaria.

A su vez han destruido prácticamente todos los recursos simbólicos, históricos, la memoria colectiva. Sin memoria no hay futuro.

Ahora me pregunto también, frente a las diferentes y hasta antagónicas posiciones que conviven entre los psicoanalistas, ¿es posible, ejercer el lugar de analista, sin reconocerse ciudadano, es decir, desinteresarse por lo político?

Respecto de esta problemática es necesario tener en cuenta la posición de Éric Laurent al respecto[2]: “Los analistas tienen que pasar de la posición del analista como especialista de la des–identificación a la del analista ciudadano. Un analista ciudadano en el sentido que puede tener este término en la teoría moderna de la democracia. Los analistas han de entender que hay una comunidad de intereses entre el discurso analítico y la democracia, ¡pero entenderlo de verdad! Hay que pasar del analista encerrado en su reserva, crítico, a un analista que participa, un analista sensible a las formas de segregación, un analista capaz de entender cuál fue su función y cuál le corresponde ahora.”

Otro párrafo de este mismo libro, me interesa resaltar: “El analista, más allá de las pasiones narcisistas de las diferencias, tiene que ayudar, pero con otros, sin pensar que es el único que está en esa posición. Así, con otros, ha de ayudar a impedir que en nombre de la universalidad o de cualquier universal, ya sea humanista o antihumanista, se olvide la particularidad de cada uno. Esta particularidad es olvidada en el Ejército, en el Partido, en la Iglesia, en la Sociedad analítica, en la salud mental, en todas partes. Es preciso recordar que no hay que quitarle a uno su particularidad para mezclarlo con todos en lo universal, por algún humanitarismo o por cualquier otra motivación.”

Es decir, articulándolo humildemente con lo propuesto por Alemán: se precisa la participación del psicoanálisis en la cuestión social y democrática, para rescatar al sujeto en su singularidad, lo que no está sometido a la universalización ni al discurso neoliberal y en la coyuntura actual; es decir, al sujeto no sometido que hay en la subjetividad formateada por el neoliberalismo.

Efectos del análisis

A partir de un momento de la experiencia analítica, frente al sufrimiento permanente y la impotencia ante el avance de estos dioses oscuros, el analista tuvo una intervención “inolvidable”: “Es necesario pasar del goce al deseo”. Esta intervención tuvo como efecto un cambio de posición frente al padecimiento excesivo.

La pregunta que no cesaba de interrogarme era: ¿Cómo evitar el crimen perfecto del que nos habla Alemán?[3] Las respuestas posibles a estas preguntas sólo pueden ser una apuesta, contingente, impredecible.

Ya que el neoliberalismo ha provocado el desorden cotidiano que le producen los mandatos neoliberales, con ese poder que ejerce el odio para aglutinarlos en conjuntos zombis… ¿este goce podrá ser sustituido por una apelación al deseo con ciudadanos responsables, con un Simbólico que ordene, que acote, mediante una “batalla cultural” simbólica que deconstruya estos mandatos superyoicos?¿Será un posible modo dividirlos a partir de interrogantes que los hagan dudar de sus certezas y aminorar su odio y rechazo a lo femenino, es decir el no–todo? Preguntas que quedan abiertas, sin certezas a priori.

Parafraseando los interrogantes de Jorge Alemán: ¿Cómo lograr que no sólo los sujetos que han ido más allá de las identificaciones, logren un común de lalangue singular para engendrar un acto instituyente contingente? Sin pretensiones por el momento de ser duradero ni abolido por las condiciones externas e internas que lo acosan.

¿Cómo abolir el odio que aglutina –sin retorno al parecer– para que no interfiera en este movimiento transformador que se ve hostigado por la velocidad de lo Real en que estamos viviendo?

Nuevas preguntas frente a los recientes acontecimientos

El 27 de octubre se produjo en la Argentina un fenómeno distintivo: el consentimiento mayoritario de la población a un proyecto político diferente al del 2015. Puede pensarse que esta hiancia que se ocasionó en la subjetividades y permitió dar lugar al sujeto deseante, se logró construir por el legado histórico y mantenimiento de la memoria –con testimonios que se transformaron en un hecho político–. Por la no destrucción total de un Simbólico que aún funciona, donde este mecanismo que se sintetiza en los dichos de Margaret Tatcher –allá por la décadas del 70 al 90–: “La subjetividad es el botín de guerra del neoliberalismo porque la economía es el método pero el objetivo es el alma” no pudo conquistar a todo el “alma” por lo cual el “crimen perfecto”[4] no logró realizarse.

Es notable cómo –al parecer– después de cuatro años, la derecha nacional gobernante no logró construir una posición hegemónica, en el sentido de que no constituyó ninguna cultura política, no organizó nada que pueda fundar un orden Simbólico.

Sin embargo, casi simultáneamente, –cual viejos métodos antidemocráticos– se produce el golpe de Estado virulento y sangriento en Bolivia, donde parecieran haber dejado de ser efectivos los modos de formación de subjetividades. Por lo cual, se les hace necesario recurrir al odio a culturas diferentes, masacrándolas sin piedad, no soportando que haya sido un indígena quien haya logrado en trece años un país más democrático con más igualdad de oportunidades, incluyendo a los diferentes y excluidos.

He aquí que se renuevan las preguntas para los psicoanalistas que allí ejercen su posición como analistas.

¿Es posible, ejercer el lugar de analista, sin reconocerse ciudadano, es decir, desinteresarse por lo político? [5]

¿Podrá sostenerse en el tiempo el pasaje de un acto instituyente a la institución, en la Argentina?

Después de todo, este desarrollo, ha tendido a encontrar un sentido al sinsentido. Sin embargo, al final lo que vale es la posición subjetiva frente a lo que no cesa de no inscribirse.

Habrá que convivir con la incertidumbre, sin garantías.

 
Bibliografía
  • Forster, R., “La servidumbre voluntaria”en Página 12 del 27 de abril de 2016.
  • Freud, S., “Totem y Tabú”,Obras Completas, Editorial Amorrortu.
  • Lacan, J., Conferencia en Milán (12-05-1972).
  • Lacan, J., Seminario XVII. El Reverso del paicoanálisis. Editorial Paidós.
  • Lacan, J., Seminario XVI. De un Otro al otro. Editorial Paidós.
  • Lacan, J., Seminario XX. Aún. Editorial Paidós.
  • Felman, R., La construcción del sentido común. Editorial Continental.
  • Laurent, É., “El analista ciudadano”. Psicoanálisis y Salud Mental (Editorial Haches, 2007)
  • Alemán, J., Capitalismo Crimen perfecto o Emancipación, Editorial NED, 2018.
 
Notas
  1. Lacan, J., Hablo a las paredes, Paidós, Bs. As., 2012.
  2. Laurent, É., “El analista ciudadano”. Psicoanálisis y Salud Mental (Editorial Haches, 2007)
  3. Alemán, J., Capitalismo Crimen perfecto o Emancipación, Editorial NED, 2018.
  4. Alemán, J., Ibíd.
  5. Laurent, É., op.cit.
 
 
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2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA