Última edición Staff Links Contacto Instituto Clínico de Buenos Aires Seguinos en FacebookSeguinos en Facebook
Consecuencias
 
Edición N° 24
 
Octubre 2020 | #24 | Índice
 
De feminismos. El libro [1]
Por Kuky Mildiner
 
Kuky Mildiner

Desde el principio de los tiempos, algunos consideran el discurso del psicoanálisis como un discurso falocéntrico, entendiendo esto como machista.

Las críticas provienen de algunos grupos feministas, también de los pioneros en la teoría de género, como Robert Stoler.

Desde la Viena victoriana, donde nació el psicoanálisis, al Buenos Aires de hoy, donde lo practicamos, las cosas han cambiado mucho.

Después de Freud, Lacan subrayó que los psicoanalistas tenemos el deber de estar a la altura de la época. Esto implica que un analista, no sólo debe estar al tanto de qué se trata la realidad en la que vive, sea política, social, científica, sino que, al formarse para formar parte del inconsciente de su analizante, considerar que éste habla la retórica de su época. Ese Otro social que lo antecede y también lo determina. Eso propone un psicoanálisis aplicado a la clínica de la época cada vez y que considera que “los modos de goce son tributarios de mutaciones sociales.”[2]

Tomando en cuenta que el psicoanálisis no es sociología, no es religión, no se interesa por la biología de las hormonas, no es una sexología, sino– y para tomar una definición del seminario 24 de Lacan que me gusta mucho– es “un sesgo práctico para vivir mejor”.

Se trata de nuestra práctica.

Freud le dio lugar a la palabra a las mujeres, que en el puritanismo victoriano no tenían. Era una palabra que esperaba ser escuchada y que había sido condenada como una enfermedad mental, la histeria, pero que revelaba la verdad al “denunciar la mentira de la sociedad autoritaria que las reprimía”.[3] Desde esa posición es que Freud realizó su gran invento: el inconsciente, a partir de las histéricas, esos ‘’picos de oro’’, que le interesaba tanto escuchar, para circunscribir su padecimiento, de su “no poder dar un paso más”, de su “tos nerviosa”, de sus llantos desesperados por amor. Para así dar lugar a esos modos de reaparición de las facetas que habían sido reprimidas y que reaparecían bajo el modo de síntomas.

Y entonces, junto al de inconsciente y síntoma forjó los conceptos de pulsión, defensa, fantasía, falo, que se fueron sucediendo, armando un corpus epistémico y clínico, que se pone entre paréntesis cada vez que un paciente llega a un consultorio, y también se pone en juego, y al trabajo de elaboración.

La anatomía no es el destino. Lo que hace a la complejidad de la sexualidad humana, es que los seres hablantes tenemos un cuerpo, y con él gozamos. Aquí ya se ponen en juego la palabra, el cuerpo y el goce.

¿Estamos en la época de la caída del falocentrismo? Es la pregunta que guía las jornadas de este año de la Escuela Brasileña de Psicoanálisis perteneciente a la Asociación Mundial del Psicoanálisis: “La caída del falocentrismo: consecuencias para el psicoanálisis.”

“Justamente Brasil, donde el reciente presidente electo sorprende al mundo entero por sus declaraciones falocéntricas”. Así lo decía Eric Laurent en una entrevista que está en el blog de las jornadas: “…Son de un machismo fálico que salen de lo ordinario. Bolsonaro. Es interesante ver que al mismo tiempo que existe este tipo de personajes en la escena pública que sorprende con sus declaraciones de machismo que suenan de por sí extrañas- no tiene nada que ver con la norma-…vemos el surgimiento de una palabra femenina… Se interpela el discurso amo en nombre de la posición de las mujeres… Las cuestiones políticas ya no resultan de clases sociales… No es que desaparecerán ya que la desigualdad es cada vez mayor. Algo viene a desplazar esta cuestión. La religión intenta conservar el orden falocéntrico.”[4]

¿Entonces dónde está el falocentrismo? ¿En el psicoanálisis, en la política, en la religión, en el discurso social?

De hecho, el falo es uno de los conceptos que –según me parece– más se ha ido reelaborando a lo largo de la historia de nuestro psicoanálisis, es de los más trabajados y “siempre sobrevive”.[5]

Esto viene de la mano en el psicoanálisis, del modo de abordar lo femenino.

En Freud encontramos múltiples citas que aluden al desconcierto que representaba el abordaje de lo femenino en su desarrollo teórico y clínico. Se refería a la sexualidad femenina como un dark continent, continente oscuro y misterioso.

¿Qué sabía Lacan de las mujeres?[6] A lo largo de su trayectoria, fue situando los puntos de misterio del cuerpo hablante, de lo real, del inconsciente, que se relacionan con ese dark continent.

Hallamos entonces afirmaciones que fueron agujereando el modo en que se tomaba lo femenino en psicoanálisis. Para citar algunas, sin detenernos por el momento en ellas: “A la mujer no le falta nada, salta a la vista”[7]–“La mujer más verdadera, más real”[8]. Ambos ejemplos del seminario 10 en el que en una torsión respecto al tema, Lacan hace lo que llamara J–A. Miller un “Elogio de la feminidad”[9].

Pero fundamentalmente, situó lo femenino más allá del “para todos” fálico. En un trabajo muy clínico, y de gran sensibilidad, llegó a ubicar desde los años 72 en adelante lo que en la conferencia de Ginebra sobre el síntoma formulara así: “… La mujer se define por lo que etiqueté hace mucho tiempo y que repito a ustedes: por el no toda. Esto llega más lejos aún y no surge del hombre, contrariamente a lo que creen los miembros del MLF, sino de ellas mismas. Ellas mismas son no todas, es decir, no se prestan a la generalización, a la generalización falocéntrica”.

Es una frase rica en consecuencias, referir lo femenino a la sensibilidad de lo singular, que no se presta a la generalización falocéntrica, esto es en oposición a cualquier definición universal, y a todo intento de esencialidad. No hay esencia de la mujer. Es el sentido de su famosa frase “La Mujer no existe”.

Ahora, también contamos con el cuadro de la sexuación del seminario 20: Aun. Dicho cuadro define la posición sexuada en dos lados ordenados por la relación a la función fálica. Lacan aclara, en la clase 7 de dicho seminario, que no la había llevado escrita a la clase, lo hace directamente sobre la pizarra, y que, como de costumbre, sólo le parece ejemplar para producir “malentendidos”.

Estas fórmulas de la sexuación, con las que contamos desde ese seminario, junto a las definiciones de lo necesario, de lo contingente y de lo imposible con relación a lo real, son algunas de las tantas herramientas con las que nos orientamos en nuestra clínica.

En ellas se subraya el papel de la excepción como fundamento de un Todo consistente que también fracasa y por otro lado también un excedente que no resulta recubierto por el goce fálico.

Ese excedente, goce no negativizado, es lo no–todo lacaniano; encuentra también su expresión en experiencias de devastación, en vivencias místicas, y también en los momentos conclusivos de un análisis.

Se podría ubicar a cada cuerpo hablante en relación a ese cuadro. Habría en cada uno de ambos lados.

Es a propósito de ese cuadro que J–A. Miller, en la conferencia que introduce en el IX Congreso de la Asociación Mundial del Psicoanálisis: “Un real para el siglo XXI” invita a los psicoanalistas a trabajar lo siguiente: Dice así: “En el seminario 20 Lacan hizo un intento de captar los callejones sin salida de la sexualidad humana en una trama de lógica matemática. Pero eso no se puede hacer sin encarcelar al goce en la función fálica, lo que provoca una repartición en hombre y mujeres en un binario como si los seres vivientes pudieran estar repartidos tan nítidamente, cuando ya vemos en el real del siglo 21 un desorden creciente de la sexuación.

Este desorden en la sexuación que es el que trabaja el psicoanálisis en estos tiempos, hace diferencia entre el ordenamiento alrededor de la función fálica y el encarcelamiento del goce en el goce fálico. Mucho hay para investigar y decir de eso a partir de la clínica. Pero en principio se demuestra que el orden de distribución del goce es frágil y está interrogado.”

Lo que es claro es que hoy en día hay un goce que desborda y que interroga las formas.

“La verdadera encrucijada es poder descifrar el enigma que hace que, a pesar de la igualdad de los derechos, una mujer sigue siendo siempre radicalmente otra para un hombre, incluso para ella misma”.[10]

Ahora bien, los meandros por donde las pasiones toman el cuerpo de los seres humanos son tantos como personas hay. Ahí reside lo rico y lo difícil de nuestra tarea, la de los psicoanalistas. ¿Cómo escuchar cada caso?

Cómo operar, sabiendo que nuestra herramienta fundamental es la palabra, ¿cómo operar para que, como dijese Freud: transformar la miseria neurótica en infortunio corriente?

Ese es nuestro gran desafío. Por eso, en mi artículo de este libro que hoy presentamos, hablo de las operaciones realizadas en mi propio análisis, respecto de un gran padecimiento que implicaba el estrago.

¿Cómo entiendo eso que Lacan dice que para un hombre una mujer es un síntoma, mientras que para una mujer un hombre es algo peor, un estrago?

“Por qué una mujer inteligente, profesional, independiente de repente se encuentra corriendo por la ciudad buscando un kiosco abierto a altas horas de la noche a riesgo de ser robada, para conseguirle una lata de coca light a su pareja, ¿que al recibirla ni siquiera le va a decir gracias?”

Así comienza Esther Feldman, escritora argentina y amiga, el capítulo 7 de su libro “La pasión a los cuarenta”.

Y así comienzo mi artículo del libro en donde en un caso, de los muchos que existen, en uno, hubo un camino para que una mujer deje de actuar el fantasma masculino, fetichista, de ser objeto para un hombre. Por operaciones realizadas en el análisis, dejara de repetir la dirección del “amor ideal”, ese en el que insiste la posición fálica y que deriva en la pulsión de muerte. Haciendo lugar al no–todo, para soltar ahí el estrago, que la relación a un hombre, desde dicha posición, venía a suscitar.

 
Notas
  1. Este texto fue escrito para la presentación del libro Feminismos de la Colección de la Orientación Lacaniana en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, frente a las cátedras “Clínica de la urgencia”, “Psicoanálisis. Orientación Lacaniana. Clínica y escritura”. Y de la Carrera de Musicoterapia: “Psicopatología” cuya titular es la Dra. Prof. María Inés Sotelo. El día 9 de noviembre de 2018.
  2. Maleval, J.C., “Cuando Preciado interpela al psicoanálisis” en Revista Consecuencias, Edición N°23.
  3. Laurent, E., “La mujer no existe; existen las mujeres una en una”; disponible en lavanguardia.com/lacontra/20160523/401977088951/la-mujer-no-existe-existen-las-mujeres-de-una-en-una.html
  4. https://www.youtube.com/watch?v=QVPusLyOVsM
  5. Miller, J–A; Los cursos psicoanalíticos de Jacques–Alain Miller: Donc, Paidós, Buenos Aires, 2011.
  6. Nombre dado a un Coloquio en Miami 2013.
  7. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, Paidós, Bs. As., 2006, p. 196.
  8. Ibíd. p.199.
  9. Miller, J–A., La angustia lacaniana, Paidós, Bs.As, 2007.
  10. Laurent, E., “La época del sinthome”, Conferencia dictada en el marco de la Universidad de Buenos Aires el 27 de noviembre de 2019.
 
 
Kilak | Diseño & Web
2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA