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Consecuencias
 
Edición N° 25
 
Julio 2021 | #25 | Índice
 
Presente [1]
Por Florencia F. C. Shanahan
 
Florencia F. C. Shanahan

Palabras, ganancias de un cuarto de hora arrancado al árbol calcinado del lenguaje,
entre los buenos días y las buenas noches,
puertas de entrada y salida y entrada de un corredor
que va de ninguna parte a ningún lado.
Damos vueltas y vueltas en el vientre animal,
en el vientre mineral, en el vientre temporal.
Encontrar la salida: el poema.
Palabras, frases, sílabas, astros que giran alrededor de un centro fijo.
Dos cuerpos, muchos seres que se encuentran en una palabra.
El papel se cubre de letras indelebles, que nadie dijo, que nadie dictó,
que han caído allí y arden y queman y se apagan.
La justicia poética incendia campos de oprobio:
no hay sitio para la nostalgia, el yo, el nombre propio.
Todo poema se cumple a expensas del poeta.
Octavio Paz

En marzo de 2020, en el inicio del confinamiento, escribí un pequeño texto titulado “Modos de la presencia.”[2] No incluí un articulo definido que pudiera, a estos modos, totalizarlos. Hoy diría “modos de presencia”. Modos de presencia no-toda. La cuestión de la voz me interrogaba desde antes, así como la de la interpretación. Éste era el tema que trabajábamos en la NLS al momento de desencadenarse la pandemia, en dirección a un congreso anual que, al igual que las jornadas de la ELP, dejó un lugar vacío.[3]

Intentaré dejarme orientar por este lugar, y también por algunas de las preguntas planteadas en el texto de presentación del Seminario de otoño que, esperamos pueda tener lugar en el invierno.[4]

Allí, Oscar Ventura nos habla de la “virtualización masiva de la vida”, de “la digitalización universal que desplaza la cotidianidad al soporte de las pantallas”, de “la intrusión masiva del objeto técnico en la experiencia” … Estos son algunos de los modos de nombrar lo que impulsa a interrogar “los fundamentos y los principios analíticos” en nuestras Escuelas, en tanto “tiene(n) entre sus requerimientos el de discutir las condiciones de posibilidad de la experiencia analítica en los tiempos en los que la civilización manifiesta de forma patente el grado creciente de sus impasses.”[5]

La conversación nos ocupa desde hace más de veinte años. No tuvimos que esperar al confinamiento impuesto por el covid-19 para intentar poner al trabajo las buenas preguntas. Especialmente para quienes en nuestra comunidad aplican el psicoanálisis a los ámbitos educativos y de salud mental, ésta es su materia de interrogación cotidiana: ¿cómo aprehender las mutaciones producidas en la subjetividad contemporánea y cómo dar cuenta de la incidencia y la eficacia del discurso analítico, aún?

Sin embargo, me parece importante decir que la cuestión de la presencia, del encuentro de los cuerpos, de los “cuerpos capturados en el discurso,” no se limita al problema de las condiciones de nuestra práctica. En los colegios han retirado todos los objetos de los patios de juegos. Representan un riesgo demasiado alto de accidentes y demandas judiciales. Los maestros vigilan en el recreo que los niños no corran demasiado. Y que se toquen lo menos posible, pues casi nada separa ya el contacto físico de la interpretación de acoso[6] (orientando por anticipado un destino ready-made a las pulsiones sexuales y agresivas). Por supuesto los maestros no pueden tocar a los niños. En una institución de asistencia a menores en situación de vulnerabilidad, los terapeutas deben hacer las sesiones con la puerta abierta. Es la transparencia y su tiranía: verlo y registrarlo todo, constituirse como testigo antes de que surja la víctima (o quizás ella surge allí mismo, como ser abusado constituyéndose y localizándose en esa mirada).

Se introduce en todos los ámbitos imaginables el llamado mindfulness. En la página oficial del ministerio de salud de Irlanda se recomienda practicarlo diariamente, con la siguiente indicación: “ser consciente del momento presente te puede ayudar a disfrutar más el mundo que tienes a tu alrededor. Se logra liberándose del pasado y del futuro.” Los programas escolares lo han incorporado como parte de sus currículos plagados desde hace años de técnicas cognitivo-conductuales.

“La práctica Lacaniana se juega sobre todo su partida con relación a los nuevos reales de los que da testimonio el discurso de la civilización hipermoderna”[7], y cuyo principio es el ascenso del objeto al cénit social. El ruido del mundo se multiplica como se multiplican los mundos que habitamos cuando lo que comanda es el objeto y no el Nombre del padre.[8] El silencio no encuentra ya su garantía en ningún cielo, y es así como la experiencia analítica apuesta, mediante el modo de colectivo que le dio Lacan, su Escuela, a constituir un refugio y una base de operaciones ya no contra el malestar en la cultura sino contra el bienestar (wellbeing) al que empuja el capitalismo en su alianza con la tecnología.[9]

Pero el presente que es condición del psicoanálisis como discurso y como experiencia no es el presente de la ‘conciencia plena’ mercantilizada en la industria de la autoestima que deja al sujeto a merced de la voz interna del mandamiento de goce,[10] de la exigencia del más. Por el contrario, es un presente que se sostiene en el inconsciente, en la suposición que éste constituye y en el real que comporta.

Presente. ¿Es necesario hacer resonar allí la significación del regalo? “La palabra es un don de lenguaje” escribe Lacan, “y el lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo sutil, pero es cuerpo.”[11] Atrapadas en imágenes, lesionadas por el símbolo, erotizadas en la transferencia, las palabras por las que nuestro cuerpo ha sido y es afectado advienen en análisis a condición de que el analista se haga el “objeto duro” frente al cual devenimos “puro hablante […] cuerpo parasitado por la palabra.”[12] La presencia del analista es, en su acción de escucha, condición de la palabra, en la medida en que permanece, dice Lacan, discreta: “el sentimiento más agudo de su presencia está ligado a un momento en que el sujeto no puede sino callarse.”[13]

El silencio del analista quiere decir que se calla en lugar de responder.[14] Es el abc del psicoanálisis, puesto que el sujeto sólo puede identificarse en el lenguaje perdiéndose allí como un objeto. La presencia del analista funda así el campo del inconsciente como pérdida, allí donde su palabra lo funda como saber.

Por eso Lacan, cuando se ocupa de la presencia del analista en el Seminario XI, se refiere a la expresión “causa del inconsciente.”[15] Causa que se cierne en el final del análisis y se encarna en ese deseo singular que motoriza la función que es su producto: el deseo del analista. El objeto a, ese punto donde el sujeto se separa de la cadena significante, “permite imaginar lo que puede ser de un deseo del que ningún ser es soporte.”[16] Causa como agujero que se bordea literalizando el objeto que daba su fijeza en el fantasma, que se separa y se duela. Ésta es una cuestión fundamental para pensar una presencia que no se sostenga en ningún ser (y muy especialmente en ningún ser analista) … Una presencia que tenga entonces la chance de constituirse como fundamento del acto analítico. ¿Qué podría ser ese acto que llamamos interpretación?

En febrero pasado, en el umbral de la pandemia, lo escribía así para el blog de la NLS: “para Lacan, la interpretación sólo forma un binario con el cuerpo en tanto presencia. […] Sin embargo, esto no quiere decir que el analista interprete con su cuerpo, sino más bien que interpreta no sin su cuerpo. La topología propia del acto analítico se articula a la función poética, al “moterialismo que en su centro se cierra alrededor de un vacío.”[17] El analista, cuando hay interpretación, encarna este vacío”[18] (esto es, la no-relación, la parte no simbolizable del goce dirá Miller) y así reenvía al sujeto a la ausencia primera, que es paradójicamente presencia del goce opaco que lo singulariza, Uno sin Otro.

La interpretación que tiene una incidencia en la economía del parlêtre es, no la interpretación encore, sino la interpretación en un cuerpo y de un cuerpo [un-corps y en-corps]. “Un acto de decir elevado al nivel de acontecimiento”[19] puede dar acceso a un nuevo uso del significante, que actúa sobre el síntoma y extingue algo de él.

Mi análisis terminó en la producción de un significante nuevo, que emergió en el lugar del nombre que había creído que el Otro no me había dado. Era también el lugar que había creído no tener en el mundo. Esta creencia sostenía, en ultima instancia, el no querer saber acerca de la imposible adecuación entre el nombre y la causa.

Hoy concibo la presencia del analista como este silencio que en acto se constituye en un decir, y que va en contra tanto del parloteo del inconsciente-saber como de la mudez de la pulsión. En este silencio se realizan al mismo tiempo la ausencia que es el deseo y la presencia que es lo vivo innombrable, o más bien, indecible.

La voz que interesa aquí no tiene que ver con el hablar. No es la voz del registro sonoro. “Es la parte no asumible de la cadena significante; la parte imposible de asumir por el sujeto como Yo […] una carga de goce que no se integra en la cadena significante […] La voz viene a ocupar el lugar de lo que es propiamente indecible para el sujeto” y que, cuando ha operado la castración, ha sido alojado en el campo del Otro. “De la voz uno no se sirve, sino que ella habita el lenguaje.[20] Fue necesario que el analista encarnara esa voz para poder incorporarla en el momento de separarme de su presencia, en una topología que requería un “hacer anillo del hueco que es el vacío en el centro del propio ser.”[21]

Si la posición del analista es afín a la posición femenina a la que se consiente en el final de un análisis, es porque deja abierto el lugar para lo inesperado (que va de la sorpresa al horror), para lo que tropieza, lo que no funciona, admitiendo la opacidad que habita cada palabra y acogiendo la marca de la alteridad que es el acontecimiento del cuerpo, tanto en presencia del Otro como en la soledad.

Concluiré con una pequeña anécdota infantil que surgió en mi mientras escribía esto. Debo decir que nunca la conté en mis análisis y que, sin embargo, no estaba olvidada.

Mis primeros tiempos en la escuela, cuando era niña, me confrontaron con muchos enigmas sobre el funcionamiento del mundo y mi lugar en él. Era más bien la respuesta que encontraba en mi modo de presentarme al otro lo que me metía en algunos problemas, y que hoy puedo recordar con ternura. Al comenzar el día la maestra ‘tomaba lista’. En orden alfabético decía los nombres de cada uno para confirmar la asistencia. Al ser nombrado uno debía levantar la mano y decir ‘presente’. Esto me irritaba. No comprendía por qué no alcanzaba con estar allí, por qué no era suficiente que la maestra nos viera. Decir la palabra era necesario. Asumir la voz en ese cuerpo. Entonces un día cuando oí mi nombre respondí: “ausente!”. Fue un instante de mucha risa, excepto para la maestra, que no tenía ningún sentido del humor.

Agosto 2020, Dublín

 
Notas
  1. Este texto fue publicado originalmente en la revista de la ELP-Madrid Letras Lacanianas, N*20, Diciembre de 2020. Presentado en el espacio de enseñanzas de la ELP- Madrid.
  2. F.C. Shanahan, F., “Modos de la presencia”. Abril 2020. Zadig España. https://zadigespana.com/2020/04/11/coronavirus-modos-de-la-presencia/ Publicado en la Revista Enlaces, N*26, 2020.
  3. Cf. https://www.nlscongress2020.com/
  4. El Seminario Internacional de otoño tuvo lugar el 30 de enero de 2021 con la participación de Lidia Ramírez, Eric Laurent y Oscar Ventura.
  5. Ventura, O., Presentación del Seminario Internacional de otoño de la ELP. 2020.
  6. Del harassment (sexual o de cualquier indole) al bullying y la proliferación de sus policies.
  7. Miller, J.-A., “Una fantasía”, Comandatuba. AMP. 2004.
  8. Laurent, É., “El sentimiento delirante de la vida”, DIVA, Bs. As., 2011, pp. 7-9.
  9. Cf. la noción de ‘WellTech’: “Wellbeing: the next disrupted industry by tech” https://medium.com/sharing-by-mirco-pasqualini/wellbeing-the-next-disruptive-industry-by-tech-a276828aac50
  10. Laurent, E., Op. Cit.
  11. Lacan, J., “Función y campo…”, Escritos, p. 289.
  12. Miller, J.-A., Miller, J.-A., Le divan. XX1 e siècle. Demain la mondialisation des divans? Vers le corps portable. Entrevista realizada por Eric Favereau, 3 de julio de 1999, https://www.liberation.fr/cahier-special/1999/07/03/le-divan-xx1-e-siecle-demain-la-mondialisation-des-divans-vers-le-corps-portable-par-jacques-alain-m_278498
  13. Lacan, J., “La dirección de la cura…”, Escritos, p. 599.
  14. Lacan, J., “Variantes de la cura tipo”, Escritos, p. 337.
  15. Lacan, J., Seminario 11, p. 134.
  16. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Op. Cit., p. 152.
  17. Laurent, É., La interpretación: de la verdad al acontecimiento, argumento del Congreso de la NLS 2020. Publicado con el título “La interpretación acontecimiento” en Virtualia, N* 37, octubre de 2019.
  18. F.C. Shanahan, F., “To interpret Un-corps”, Blog del Congreso de la NLS Ghent 2020. https://www.nlscongress2020.com/new-blog/to-interpret-un-corps
  19. Lacan, J., Seminario XXI, Les non-dupes errent, clase del 18 de diciembre de 1973, inédito.
  20. Miller, J.-A., “Jacques Lacan y la voz”, Revista Freudiana, 21, 1997.
  21. Lacan, J., Seminario XVI, De un Otro al otro, ed. J.-A., Miller, Paidós, Buenos Aires, 2008, p., 24.
 
 
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