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Consecuencias
 
Edición N° 25
 
Julio 2021 | #25 | Índice
 
El deseo en Freud
Por Mario Goldenberg[1]
 
Mario Goldenberg

Para abordar el deseo en Freud tenemos que tener en cuenta que el libro del deseo es Traumdeutung: La interpretación de los sueños. De 1900/01.

Allí, no habla de satisfacción, no habla de pulsión (Trieb), habla de un deseo infantil, sexual e inconsciente como motor del sueño. Y los términos que Freud usa son, o realización o cumplimiento de deseo. Otro término que usa es pensamientos del sueño, hay un pensar, digamos, previo a un “yo pienso” o al pienso que son los pensamientos inconscientes, como lo plantea por ejemplo en el capítulo VII, Psicología de los procesos oníricos AE V. El libro del deseo es “La interpretación de los sueños” y el libro de la pulsión es “Tres ensayos…”, son los dos pilares de la obra freudiana.

En “Tres ensayos …” habla de pulsión, también, habla permanentemente de satisfacción. En “La interpretación de los sueños” el término satisfacción, es un término que no aparece. Para Freud el cumplimiento de deseo, tiene un carácter de realización semántica. Es una realización de sentido. No digo que no sea posible pensar una lectura pulsional, porque como Lacan dice el sujeto siempre es siempre feliz, siempre hay una satisfacción pulsional en juego. Pero en ese libro Freud se ocupa de un aspecto semántico como lo hace en “El chiste y su relación con lo inconsciente” que es un libro respecto del sentido y del sin sentido y la satisfacción que se juega en lo semántico.

Lo que hay que señalar es que en “La interpretación de los sueños”, Freud nunca usa la palabra sentido, que en alemán es “Sinn”, que es un término que proviene de la filosofía del lenguaje, aunque Freud nunca lo aclara. Hace varios años, investigué en la obra de Freud donde empieza a hablar de sentido y aunque parezca extraño, recién habla de sentido en el año 1916/17. “La interpretación de los sueños” es del año 1901, “Tres ensayos...” de 1905. Empieza a hablar de sentido, cuando habla del sentido de los síntomas en la Conferencia 16, 17 y 18, en “Psicoanálisis y psiquiatría”, “El sentido de los síntomas” y en “La fijación al trauma”. El antecedente, es el libro del chiste. Porque los teóricos del chiste hablan del sentido y del sinsentido, primeramente hay un sentido, de golpe un absurdo, el sinsentido y después un sentido nuevo, así lo dice Freud.

Bueno, la tesis de Freud del cumplimiento del deseo en “La interpretación de los sueños” es, se puede decir, muy radical, porque todo sueño es cumplimiento de deseo. Si se despierta es porque el deseo era muy fuerte y no se lo pudo disfrazar, si uno sueña algo contrario a lo que quiere, no importa, porque eso también es un deseo, si se sueña con la muerte de un ser querido, bueno, había un impulso mortífero hacia ese ser querido. Por lo tanto, todo lo que usted diga siempre va a ser realización de deseo según el Freud de 1901.

Ustedes saben que hay una modificación respecto de la teoría del sueño. En la addenda sobre los sueños, a partir de “Más allá del principio de placer …”, o sea, “La interpretación…” va bien con el principio del placer y de ahí la concepción del deseo. Principio del placer, significa que se rechaza lo displacentero, se reprime, se excluye, y digamos, el funcionamiento del aparato es un equilibrio donde toda tensión es evitada.

En “Mas allá…” Freud hace una reformulación del aparato psíquico. Los pilares que toma que son bastante heterogéneos, por ejemplo, el juego infantil del Fort–Da, las resistencias en transferencia y los sueños traumáticos. ¿Qué tiene que ver el Fort Da con las neurosis de guerra y las resistencias? Lo que quiere mostrar Freud allí, es que hay una tendencia en el aparato previa al principio del placer que es la compulsión a la repetición.

Freud se pregunta en “Mas allá…” por qué se repite lo penoso, si el aparato tiende a mantener el principio del placer. Lo que dice Freud es que hay una ganancia de placer de otra índole. Esto es un antecedente de “El problema económico del masoquismo”. Porque allí, va a reformular esto, hay placer en el dolor, entonces, el principio del placer no es lo que rige al aparato psíquico. Freud habla de un masoquismo primario, que no es el masoquismo perverso. Habla del masoquismo primario, del masoquismo perverso y del masoquismo moral, como diferentes.

Respecto del sueño, es interesante el capítulo VII punto C, de “La experiencia de satisfacción”, es el origen mítico del deseo. Una experiencia de satisfacción que deja una huella, después hay un intento de satisfacción alucinatoria pero lo que se constituye allí no es lo pulsional, sino más bien el deseo. Es un deseo que surge a partir de esa vivencia mítica que deja huellas, y por eso decía, si hay algo del orden de la satisfacción en ese aparato es del orden de lo semántico. Lo que se alucina, digamos, permite atemperar esa tensión de necesidad, pero no la anula.

Antes de tomar lo de los sueños en “Mas allá…”, hay un texto: “El poeta y la fantasía” de 1907 de Freud, que es un texto muy recomendable. Creo que es el único texto de Freud donde habla de satisfacción de deseo; decía que cumplimiento va con deseo y satisfacción con pulsión.

Freud habla de satisfacción de deseo en la fantasía o en el juego infantil en ese texto. Le está dando a esa ficción, -que podríamos llamar semántica, donde se juega el cumplimiento- algo del orden también de lo pulsional. J-A Miller, plantea algo muy interesante con relación al fantasma, dice que es un goce- sentido, que es un sentido gozado. El fantasma es una matriz de significación y a la vez es un sentido gozado. A diferencia de lo que se plantea en Lacan de la primera época, -la diferencia entre sentido y goce o, entre sentido y real- el fantasma podría ser un sentido gozado.

En “El poeta y la fantasía” el pasaje que hace del juego infantil a la fantasía como sustituto. La satisfacción en el juego infantil pasa a la fantasía, es en ese texto donde Freud dice que no se renuncia a nada, solo se cambia una cosa por otra. Eso es interesante, porque quiere decir que un modo de gozar infantil, a pesar de que haya habido mutaciones, se mantiene. Algo del goce del Uno no se modifica.

En la época de Freud los temas que abordó fueron clínicos y políticos, primero la histeria, donde la medicina estaba desbordada porque ya no sabían qué hacer: electroterapia, hidroterapia, hipnosis, etc. Si bien la histérica como enferma, en el discurso médico produjo cierta pasificación respecto de las posesiones demoníacas del siglo XIX.

Hay un trabajo de un colega de la École de la Cause freudienne de posesiones demoníacas en la Saboya francesa, en un pueblo llamado Morzine en el 1800.... Es una historia interesante, primero el cura trata de exorcizar a las jóvenes endemoniadas y lo echan de la ciudad, después llega el ejército, que ante la epidemia histérica declaran su impotencia. Luego la pacificación viene con el médico, que declara a la histeria como una enfermedad, bueno, la histeria entra en el discurso médico. Eso es lo que llega a Freud, era un gran problema científico.

Freud, en ese sentido produce un viraje cuando las hace hablar, cuando puede escuchar.

Freud se abstiene del lugar del amo médico y abre el camino al discurso analítico. Lacan dice en su Seminario 11 (Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis) que las histéricas le enseñaron a Freud el camino del inconsciente. Lo dice así, sobre todo porque Freud dio consentimiento para acceder a eso. También, habría que agregar con relación a Dora, donde Freud aprende de un fracaso. Freud queda en la serie del padre y del señor K como un amo con un saber impotente. Ahora Freud saca las consecuencias: en el epílogo hay una reformulación de la transferencia y de la repetición que le permite repensar el caso y a la vez la clínica.

Freud toma dos problemas: la histeria y las neurosis de guerra. Las neurosis de guerra fueron un problema en la Primera Guerra Mundial, había casos de lo que hoy llamaríamos estrés-postraumático en los soldados que volvían de la guerra, pero llamativamente, y Freud lo dice muy bien en “Mas allá …” los casos más graves eran donde no había herida. Si había herida orgánica, por más que era traumático, se llevaba mejor; que cuando no había herida, la herida era psíquica.

El segundo punto era que algunos soldados enfermaban antes de ir a la guerra. Entonces, Freud tiene que pensar una concepción del trauma que no es la seducción histérica. Freud no solamente lo toma porque era un requerimiento de la época sino también para reformular la teoría del trauma y la teoría del aparato psíquico. Por eso no es un aparato de deseo, sino que es un aparato donde no se intenta construir un cifrado como en el sueño para el cumplimiento de deseo, sino que se intenta ligar lo traumático. Y no es que lo traumático se termina de ligar, sino que la compulsión a la repetición es un intento de ligadura.

Entonces, ese intento de ligadura implica no un cumplimento de deseo, sino, una ganancia de placer de otra índole, un goce distinto que no va en la línea de la homeostasis, del equilibrio del principio del placer sino, más bien del desequilibrio. Los ejemplos que da Freud son, resistencias en transferencia, casos donde interrumpen sin decir nada, el juego infantil del Fort–Da y los sueños traumáticos donde se repite permanentemente lo traumático.

Cuando Freud responde que eso es un intento de ligadura, –porque soñar con algo displacentero contradice al principio del placer– Freud no dice que no hay principio del placer, dice que hay algo previo que es la compulsión de repetición. Y el Fort Da también, es interesante porque Freud dice que es un juego auto-creado, no imitado justamente, si bien es auto–creado, lo que se usa son significantes, palabras que vienen del Otro, de la lengua. El niño, el nieto de Freud no creó Fort (¡fuera!) y Da (¡aquí!), son palabras de la lengua. En cambio, lo que sí es propio es la invención del juego. Lacan en el Seminario XI comenta que el carretel no es la madre reducida por los jíbaros, sino que es el objeto a. Sobre el abismo que deja la partida la madre el niño inventa ese juego.

Respecto de los sueños traumáticos, lo que Freud agrega a la teoría de los sueños, en relación a los sueños traumáticos, es que son una excepción al cumplimiento de deseo. Antes les decía que para Freud todo es cumplimiento de deseo por más horroroso que sea, como el sueño del hijo que se abrasa. Durante muchos años sostuvo eso. Pero lo que hay que ubicar es que los sueños traumáticos son excepción al cumplimiento de deseo. Hay algo distinto, los sueños traumáticos de esa excepción hacen una regla distinta a la economía del aparato psíquico. El goce pulsional en juego no es homeostático ni equilibrante.

La última etapa de la obra de Freud, está muy marcada por las resistencias del Súper Yo, por aquello que es irreductible. En “Análisis terminable e interminable”1937, lo más resistente de la posición femenina es no resignar a la envidia del pene, y de la masculina es no someterse a la autoridad paterna, la roca de la castración, hay un punto donde lo que resiste es algo de otro orden que no es el deseo. Por más que el deseo infantil, sexual e inconsciente tiene algo de insoportable, inconciliable.

 
Notas
  1. Presentado en el Seminario: “Presencia y Deseo del analista” del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía -Pensamiento Contemporáneo, Asociado al ICdeBA- CICBA, Buenos Aires, 16 de Abril de 2021.
 
 
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