"Dejemos al síntoma en lo que es: un acontecimiento de "cuerpo, ligado a que se lo tiene, se lo tiene del aire, se lo aira, del se lo tiene. "En ocasiones eso se canta y Joyce no se priva de ello" (Lacan, J.,"Joyce el síntoma" en Otros Escritos).
Introducción
El recorrido que se puede seguir en este trabajo, respecto de la pertinencia de considerar al aire como objeto (a) requiere darle todo su peso a la diferencia que Lacan establece entre el momento constitutivo del objeto y su ulterior función en la estructura por la introducción del Otro.
Las indicaciones de J.–A. Miller cuando valoriza el binario inconsciente transferencial–inconsciente real nos lleva a tener en cuenta una doble función del objeto (a); como semblante y como lo que Lacan llama "osbjeto" (huesobjeto) en la última clase del Seminario 23, edición en español.
También distinguir en la clínica los efectos del objeto como semblante de los efectos como osbjeto.
Esta doble función del (a), al atravesar las estructuras clínicas, contribuye a fundamentar una clínica "continuista".
El objeto antes y después de la introducción del Otro
En la última clase del Seminario de La angustia[1] Lacan diferencia el momento constitutivo del objeto de su función en la estructura por la introducción de la demanda[2].
Advierte que "la angustia ya aparece antes de toda articulación en cuanto tal de la demanda del Otro"[3]. Esta manifestación de la angustia "coincide con la emergencia en el mundo de aquel que será el sujeto"[4].
El grito es el signo del "primer efecto de cesión que es la angustia"[5].
Corte originario por el que se desvincula de la oxigenación placentaria y "se pasa al aire"[6].
La perspectiva de fundar el doble estatuto del aire como objeto en psicoanálisis se apoya en estas consideraciones de Lacan del seminario de La angustia, en cuanto a la dimensión primordial del objeto; y en las del escrito "La subversión del sujeto…"[7], para su estatuto de objeto pulsional.
Citamos a Lacan en ese texto: "La delimitación misma de la «zona erógena» que la pulsión aísla del metabolismo de la función es el hecho de un corte favorecido por el rasgo anatómico de "un margen o de un borde: labios, «cercado de los dientes», margen del ano, surco peneano, "vagina, hendidura palpebral, incluso cornete de la oreja… La erogenidad respiratoria está mal "estudiada, pero es evidentemente por el espasmo como entra en juego."[8]
"Observemos que este rasgo del corte, con no menos claridad en el objeto que describe la "teoría analítica: pezón, escíbalos, falo, flujo urinario. (Lista impensable si no se le agrega con "nosotros el fonema, la mirada, la voz –el nada)".[9]
Es notable que los indicios que da Lacan no culminen con la inclusión del aire en la serie de los objetos que él mismo amplía con la voz y la mirada; la hipótesis es que en este momento funda el estatuto del objeto en relación a la demanda y el deseo y en este sentido el carácter primordial del aire lo pone fuera de toda serie.
La angustia que se experimenta con el inicio del reflejo respiratorio recorta primordialmente el estatuto del objeto e instala una superficie topológica específica, lo que nos permite concebir al aire como objeto pertinente al inconsciente no transferencial; en la clínica el ataque de angustia le concierne específicamente.
Escansión espasmódica del flujo respiratorio
Por otra parte es en su relación con el hablar que el aire se denota como objeto pulsional articulando el inconsciente transferencial y el cuerpo.
Correlativo a su papel como objeto de angustia el aire tiene un estatuto metapsicológico como núcleo real del Yo corporal, donde el cuerpo se goza en la totalidad libidinal de un UNO ; y un estatuto económico como objeto pulsional referido a un borde específico (aquí es lo parcial lo que define lo pulsional).
Si admitimos que el ejercicio efectivo de lalangue es una emisión sonora que tiene como efecto la escansión espasmódica del flujo respiratorio alterando el ritmo basal, entonces el corte concomitante separa al aire como objeto.
El aire como objeto no lo es ni de la demanda ni del deseo, sino de la angustia. Así podemos entender como "ese goce primario, como un todo, positivo, pleno, incluso natural,…previo a toda relación con el Otro"[10] es intervenido no ya por la palabra en tanto significante sino por la emisión experimentada de trozos de lalangue como secreción del cuerpo.
Ese corte. Esa eficacia de lalangue en la dinámica respiratoria, al promover al aire como objeto de la angustia permite captar que allí es angustia de castración no edípica, ya que la maquinaria de lalangue está antes que todo régimen simbólico.
Ese trozo de lalangue que itera como UNO, es lo que, entiendo, considera Miller cuando trata del significante UNO y afirma que hay sustancia significante, que hay lo UNO.
Precisamente es un uno que no se puede deducir, un trozo de lalangue es un existente primario, una sustancia sin génesis.
"En la medida en que se introduce este Hay lo UNO como dato primario, nos vemos obligados a aislar el goce como otra sustancia".
"A ese goce démosle el valor que implica su conexión con la sustancia, es decir, el que un cuerpo que goza de sí mismo y que no es el cuerpo en lo que sería la relación sexual. Este cuerpo está en el nivel de la existencia".
"Hemos pues desgajado un dualismo de la sustancia: la significante y la gozante"[11].
Lo que sigue de la caracterización del (a) en su estatuto de real nos autoriza a considerar que esta condición del objeto instala un tercer elemento junto al dualismo al que se refiere Miller cuando subraya la sustancia significante y la gozante; y ese tercer elemento es el (a) en tanto osbjeto, es decir su condición sustancial.
El mismo Miller, en la clase del 25 de mayo de 2011 plantea explícitamente el valor del (a) como positividad de goce, cuando funciona como tapón de menos fi, en tanto menos fi es negativización de goce.
Y el tapón es real; hace que falte la falta, y entonces la angustia…
El suspenso corta el aliento
Para Lacan el afecto es efecto en el cuerpo de la incidencia de lalengua.
Por otra parte el lenguaje, en tanto estructura, es un aparato que hace que las cuerdas vocales vibren de placer trabajando para el amo estructurante.
Del goce primario queda un resto irreductible que acompaña toda emisión de palabra. Toda emisión de palabra es pulsional en tanto hay satisfacción en la alteración del ritmo respiratorio que necesariamente acompaña el hablar.
El ritmo respiratorio está siempre disponible para ser afectado por lo simbólico y lo imaginario. ¿Qué otra cosa es el suspenso -el de Hitchcock y el del casino, el del disparo desde el punto del penal, el de la revelación de un informe histopatológico, el de la intuición de una inminente intervención del analista, o el del diálogo amoroso- cuando corta el aliento?
La excitación sexual por apnea provocada, las claustrofobias, las descargas del bostezo, los fantasmas de ahogo, el suspiro, el soplo vital, los quejidos, las aspiraciones e inhalaciones toxicómanas, la práctica de la apnea como deporte, la risa, la angustia concomitante de la disnea y la disnea concomitante de la angustia, la iteración apneica del tartamudeo, los desequilibrios de la "columna de aire" en los cantantes, siempre implican al objeto aire en acontecimientos de cuerpo.
El aire, captado en su condición de objeto, es un resto de la operación metafórica por la que el organismo es sustituido por el cuerpo. Así se inscribe como objeto de angustia haciendo que el hablar, la emisión de voz, no emerja sino de un cuerpo libidinal.
El objeto aire, cuerpo y efecto de sentido
En tanto objeto del inconsciente real es fundante en la construcción del cuerpo como imaginario. Para Miller una suerte de generalización del toro o cámara de aire se constituye en el hilo que sigue Lacan en su ultimísima enseñanza, es el soporte que legitima recurrir "a lo imaginario para hacernos una idea de lo real"[12] como señala Lacan en la primera clase de L'insu… .[13]
Para Miller este nuevo visual[14] abona la tesis lacaniana de Lʼ insu acerca de que la "estructura del hombre es tórica".[15]
Miller le otorga "mucho valor al efecto de agujero unido al efecto de sentido"[16]. En esta perspectiva toma del seminario "El sinthome"[17] una referencia crucial en relación al sentido, dice que allí Lacan da una génesis corporal del sentido en estos términos: "el sentido es aspirado por el agujero corporal que lo emite. Se trata de una suerte de respiración del agujero".[18]
Miller precisa que si bien el sentido y la mirada conciernen a lo imaginario, el sentido, al revés que la mirada, depende de un agujero de dinámica centrípeta. Bien podemos decir que es aspirativo.
Desde esta plataforma conceptual el toro o cámara de aire, como vehículo para alcanzar el tejido del inconsciente es el apoyo fundamental para achicar la hiancia entre lo imaginario y lo real y nos lleva a incluir al objeto aire en una superficie que continúa desde el borde oral y define un nuevo borde en el espacio rinofaríngeo, espacio en el que comienza el divertículo laríngeo-traqueo-bronquial. Superficie que configura a la bolsa "en la que se sopla"[19] con la que Lacan cuestiona a la esfera en tanto mito de esta bolsa. En esta superficie, en estos bordes es donde se produce la intervención de lalangue en el corte iterativo del flujo respiratorio.
Doble estatuto del aire como objeto
Por un lado el aire como objeto (a) osbjeto –huesoobjeto[20], es el que recortado por lalangue, en tanto ésta escande la respiración basal, asegura las condiciones para hacer del organismo anatómico el UN cuerpo–PREESPECULAR del parlêtre. Superficie libidinal implicada en el goce del trauma correlativo del momento constitutivo del objeto.
Por otro lado el aire como objeto (a) semblante, se puede poner en serie con los objetos lacanianos y es el objeto de la pulsión neumática, generadora centrípeta de lo imaginario del sentido. Implica la satisfacción de la pulsión en tanto parcial y referida a fenómenos de borde.
Como osbjeto es primario, preexiste al Otro; en la clínica es el objeto implicado en el así llamado "ataque de pánico". Pertenece al inconsciente real y en tanto tal no tiene estatuto de semblante. Y el signo de su presencia es el efecto de desanudamiento sintomal.
Como objeto (a) semblante, participa de las más variadas formaciones sintomáticas, fantasmáticas y pulsionales y específicamente de la angustia como uno de los tres anudamientos sinthomales propuestos por Lacan.
Si es así el aire como objeto alienta a seguir un programa de investigación relativo a dilucidar las consecuencias clínicas en virtud, tanto del estatuto real- iterativo como transferencial–repetitivo de la función del objeto en psicoanálisis. |