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Consecuencias
 
Edición N° 29
 
Septiembre 2024 | #29 | Índice
 
Del malestar de la cultura a una cultura del goce
Por Ivon R. Len
 
Ivon R. Len

En la actualidad se puede ver a través de las noticias hechos de violencia variados y cambiantes, otros repetidos que insisten en la vida cotidiana de las personas, amenazando en algunos casos con su destitución subjetiva, afectando sus cuerpos y su misma existencia dentro del entramado social.

Pobreza extrema por distribución desigual de la riqueza, marginalidades diversas, novedosas formas de esclavitud, discriminaciones a lo diferente, violencias de género, violencia en los colegios, a maestros, acoso, bullying, golpizas en manadas en la calle produciendo hasta la muerte, linchamientos en nombre del ejercicio de justicia; consumo, tráfico de droga, robos y así podríamos seguir con una lista interminable de múltiples manifestaciones de la violencia.

Hemos visto a lo largo de la humanidad como en diferentes épocas irrumpen hechos que se caracterizan por su crueldad y barbarie. Diferentes sucesos amenazan a la civilización con acontecimientos siniestros, como el atentado a Israel el 7 de octubre, la destrucción, la guerra, el atentado a Rusia, la guerra de Rusia y Ucrania, el ataque de Irán a Israel, la amenaza de intervención de otros países apoyando a uno u a otro, el resurgimiento del antisemitismo en el mundo, nuevamente en jaque la cultura y la civilización. Algo que no cesa de insistir en los humanos y no lo hará. Podríamos indagar el rol que ocupan aquí los avances científicos, tecnológicos. El avance científico y la tecnología nos han servido de grandes progresos no cabe duda, nuevos inventos, nuevos modos de comunicación, nuevos modos de lazos vía redes, pero nos lleva también a replantearnos acerca de hacia dónde nos dirige el progreso y el avance. Una modernidad de doble filo, la paradoja creada por el humano en su naturaleza omnipotente y contradictoria de ahí que el avance científico nos ha dado desde vacunas hasta nuevos inventos, también virus y armas nucleares; la tecnología de la mano de los científicos hace estragos y también nos comunica con el mundo, pero también nos aísla y separa. Freud se adelantaba. Nos relata en El malestar en la cultura, sobre algo indomeñable a cualquier progreso. Será que justamente, al revés de lo que todos creemos…esto que nombramos avance, se nos traduce en términos de avance para tener poder sobre el otro, el poder de la destrucción, o de la autodestrucción?

Si bien ya sabemos que la violencia, como manifestación de la agresividad, es para el psicoanálisis inherente a la condición humana. El avance científico, tecnológico, los nuevos modos y medios de comunicación que le han dado un crecimiento potencial a las culturas de todos los países del mundo, viralizándose, intercambiando lazos sociales, permitiendo crear, construir, crecer armando nuevas redes de contacto; aun así, no han podido minimizar, ni reducir los actos de violencia en el mundo sino por lo contrario han globalizado un nuevo escenario, como modo de expresión que hoy parece no tener velo.

En El malestar en la cultura, obra publicada en 1929, Freud aplica esta nueva doctrina al problema del futuro de la cultura y la civilización. En ella, plantea una postura fuertemente escéptica sobre el posible futuro de la civilización. Entre otras cosas, afirma que lo único a lo que pueden aspirar los seres humanos es a la disminución del dolor, pues la felicidad como estado de plenitud es una ilusión inalcanzable. En dicho artículo también refiere acerca de la necesidad de hacer ligar libidinosamente a las personas para vivir en comunidad, y mantenerse cohesionados en oposición a la pulsión agresiva natural de los seres humanos que tiende al aislamiento. Esta pulsión agresiva, es el retoño de la pulsión de muerte que descubrimos junto a Eros y la pulsión de destrucción, tal como se consuma en la especie humana. Esta lucha de la mano con el desarrollo cultural entre ambas comanda los lazos sociales, combatiendo la tendencia a la destrucción de los sujetos.

Recordemos cuando Freud dice que la agresión es introyectada, interiorizada, vuelta hacia el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto como superyó, como conciencia moral, ejerce al yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho en otros individuos. Llamamos conciencia de culpa a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo. Podemos pensar que esto es válido también para una cultura que parece nunca salir del estado de emergencia o crisis, donde se repite cíclicamente momentos históricos culturales aun siendo en nuestro caso, un país con todas las riquezas naturales (paisajes, climas, gas natural) ...entonces..., ¿qué razones culturales nos hacen exitosos en el fracaso?, ¿Como transita una sociedad los avatares asediados por las crisis económicas, sociales, culturales y cómo repercute en los individuos?, Y esto nos lleva indudablemente a preguntarnos también ¿Qué sucede hoy en día con la salud mental, podemos calificar de nuevos o viejos síntomas?.

Ante los cambios imperativos en la cultura, las personas deben adaptarse y convivir con nuevas exigencias. Freud de algún modo viene a descifrar como todo gira en torno a un antagonismo inexorable: las exigencias pulsionales y las restricciones de la cultura. El yo quisiera hacer ciertas cosas que la cultura no le permite, entonces se reprime. El sujeto está dividido por deseos que son inconciliables con el deber–ser. El sujeto está reprimido, pudoroso, vergonzoso, limitado, frustrado y pareciera que la agresividad apalancada por el odio donde puede conectar con la pulsión de muerte y ahí generar estragos en el lazo social. Freud en Tres ensayos de teoría sexual compara la antigüedad clásica, con la época victoriana que era la que transcurría, y decía que se idealizaba la pulsión en detrimento del objeto, y en su época (victoriana), se idealiza el objeto en detrimento de la pulsión. La época clásica era el apogeo de la perversión y la era victoriana el apogeo de la neurosis. Por eso Freud dice que la condición de la represión, neurosis, es instalar en el yo, un ideal del yo...es decir que el yo quiere ser visto como amable por el ideal y en función de eso reprime el deseo. En la época clásica la podríamos pensar como la época del cinismo, no importa el que dirá, no hay culpa, no hay angustia, puro goce. ¿Podemos hacer una analogía con nuestra modernidad y la época clásica? ¿Podemos pensar en una modernidad que impera el cinismo? Los diques de contención a lo pulsional, antecedentes a la represión son el dolor, el asco y la vergüenza que parecieran no llevar la delantera; el otro con minúscula y con mayúscula no importan, época cínica, época narcisista.

Lacan (1948) definirá la agresividad como una tendencia vinculada a la identificación narcisista, la cual determina la estructura del yo y sus relaciones con el mundo, diferenciando también la agresividad del yo y la agresión en tanto conducta observable. Lacan en sus ensayos desde 1936 y principios de la década de 1950 ha trabajado fundamentalmente la agresividad desde una perspectiva imaginaria en el estadio del espejo, donde lo relaciona con la formación del yo y las identificaciones, a diferencia de Freud que es un tema central en su teoría psicoanalítica. Freud conceptualiza la agresividad como una de las pulsiones fundamentales del ser humano junto con la pulsión de vida (Eros). La agresividad derivaba de la pulsión de muerte volcada hacia afuera, lo cual la sitúa en un plano simbólico.

Traza una diferencia entre agresividad y agresión; esta última se refiere a los actos violentos, a la violencia. Retoma el concepto freudiano de ambivalencia de los afectos, interdependencia de amor y odio, así como transformación de amor en odio y de odio en amor. Ubica la agresividad en la relación del yo con el semejante.

Freud, S.: “…He aquí, a mi entender la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, y de su talante angustiado.”[1]

Estamos al borde de una tercera guerra mundial y esto comienza a preocupar en el mundo. La amenaza de castración, la desaparición de la especie humana. Como dijo Albert Einstein: “No sé cómo será la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta será con palos y piedras”[2], haciendo alusión a que no sobrevivan después de la tercera. Si sobrevive alguien volveremos a la edad de piedra. No estamos a salvo de que no ocurra, dado todos los armamentos nucleares que poseen hoy ciertos países sirviéndose del avance científico tecnológico que suponen una amenaza a la civilización.

El declive del padre es para nosotros una problemática conocida en nuestra actualidad. Lacan hace referencia a esta cuestión muy pronto en su obra. Así, ya en La Familia dedica un apartado a la “Declinación de la imago paterna” donde afirma: “Un gran número de efectos psicológicos, sin embargo, están referidos, en nuestra opinión, a una declinación social de la imago paterno. Declinación condicionada por el retorno al individuo de efectos extremos del progreso social, declinación que se observa principalmente en la actualidad en las colectividades más alteradas por estos efectos: concentración económica, catástrofes políticas[3] para señalar más adelante que este padre es: carente siempre de algún modo, ausente, humillado, dividido o postizo en su personalidad.[4] Podemos ver, que dicho autor constata ya en 1938 la fractura producida en la figura del padre antiguo por el impacto de la modernidad, haciendo del declive de la imago paterna una condición misma del surgimiento del discurso psicoanalítico: cualquiera que sea el futuro, esta declinación constituye una crisis psicológica.

La Función del Nombre del Padre, Lacan lo llama Deseo Ley (posibilita y supone un deseo), tiene la función de acotar el goce, acotar también el superyó, que ordena gozar. Entonces estamos a merced, del superyó y del discurso capitalista que ordena gozar, quedándonos sujetos a buscar solo el puro placer inmediato o más allá del principio del placer como lo decía Freud, sin aceptar la castración. Es por ello, al no haber lugar para la castración en esa satisfacción desenfrenada podríamos pensar que caerá del lado del goce, contrario al principio de realidad, que tiene que ver con el deseo, es placer diferido (principio de placer pero incluyendo la dimensión de castración y falta. Ante la declinación del Nombre del Padre se nota a nivel social que la gente está mucho más expuesta a la angustia (angustia ante la falta de normas), al goce y a la agresividad especular de lo imaginario, las vicisitudes del narcisismo, el amor–odio que tiene que ver con el fasin odio u odio enamoramiento. Toman a la orden del día los fanatismos, idealizaciones que no hacen lugar a las diferencias, el no considerar al otro, son todas consecuencias de esta degradación de la ley, de los límites, de las normas, de ahí el déficit del Nombre del Padre, y por ende del deseo. Como reflexiona Lacan en el Seminario La Ética del psicoanálisis, aunque no se encuentre de forma literal en sus textos, cuando todo es posible (territorio sin ley), nada es posible, sugiriendo que la estructura y las limitaciones son necesarias para que algo sea posible.

También podemos decir que hay una degradación de la ley positiva (ley de la constitución que nos rige), ya que en esta sociedad estamos atravesados por el que las hace no tiene consecuencias. Hay trasgresión en todas sus formas.

Lacan en el Seminario Aún, dice que el superyó es el que ordena gozar y nada será suficiente, siendo que hay goces mortíferos relacionados a la pulsión de muerte. Esto puede ser: repetir una situación dañina para la propia persona, consumir lo que sea, etc., es decir, un sin límite que puede empujar a lo peor y producir estragos. De aquí podemos inferir a un superyó de la época actual, como imperativo de goce, que es obsceno y feroz. Es conocida la crueldad que a veces puede encarnar el superyó en una persona.

Podríamos hipotetizar si estamos fundamentalmente atravesados por un goce fálico, goce del Uno que insiste, repetitivo que está muy relacionado con la pulsión de muerte. Todo lo que tiene que ver con lo fálico, está en la línea contraria de aceptar las diferencias. Estar más allá del falo, el goce del Otro, el goce femenino, aceptar lo diferente, el uno por uno. La lógica fálica esta emparentada con el narcisismo y la agresividad especular, y con el odio a lo diferente…trayendo consecuencias subjetivas en la vida de las personas. Promoviendo el incremento de hechos de violencia quedando subsumida la ley a la lógica especular, y sucumbiendo cada vez más, al dominio del narcisismo y de la pulsión de muerte.

Ante la declinación del Nombre del Padre que regula y acota el goce, estaremos ante el reino del narcisismo y del goce. “…Hoy en día, el lazo social se encuentra amenazado, debido a la no creencia y aceptación de la función pacificadora del amor, y la palabra como acuerdo, arrojando a los sujetos a enfrentar las desventuras de un goce mortífero e insulso que exige la destrucción del semejante y la de uno mismo. Mientras, entre la lógica capitalista, con el impulso deshumanizante del mercado, y el consumo obligado desvanece las diferencias entre los sujetos imponiendo la “transparencia”, en un transitar sin obstáculos y acelerado, en la línea de hacer pasar como igual lo diverso…”[5].

Esto nos invita a pensar, el lugar que ocupa la salud mental en esta sociedad capitalista que empuja al goce. Qué lugar de responsabilidad nos atañe a los psicólogos, con diferentes terapéuticas que operan en esta realidad?. Ya hemos visto en las redes cómo se ha puesto de moda los consteladores de la salud mental. Qué lugar tendrán en esta sociedad aquellos sujetos que requieren ayuda? Hoy en día también los vemos en la red Tik Tok dando testimonio a modo de acting sobre sus dolencias. ¿Las redes son un lugar o son el testimonio de una falta de lugar? ¿Cómo pensar este cambio de paradigma con un discurso analítico?.

Lacan, habla del discurso capitalista que tiene el efecto de tres cuestiones que no van de acuerdo con la ética y la lógica de un análisis. Las tres cuestiones que produce es: que forcluye al sujeto, no tiene en cuenta al sujeto cuando el psicoanálisis tiene que ver con el deseo del sujeto, (hablamos primero sujeto del inconsciente y después sujeto responsable de sus actos en el horizonte); segundo punto; forcluye la castración...no hay lugar para los límites. Justamente en un análisis si hay algo que se transmite es la castración; en el Otro y al sujeto…El desarrollo subjetivo es directamente proporcional a la aceptación de la castración que tenga. Y tercero, no hay lugar para el amor, no existe el amor en el discurso capitalista cuando la experiencia analítica tiene que ver con el manejo de una historia de amor de una manera diferente a una situación común que vela la castración… cuando en un análisis es amar aceptando la castración, pero justamente hay lugar para el amor. Podemos pensar la diferencia entre un psicoanálisis y lo que está haciendo la cultura con el desarrollo del discurso que llamamos capitalista. Estas cuestiones son fundamentales para el desarrollo de la subjetividad y si están forcluidas son personas que están a merced del narcisismo exacerbado y el goce, la pulsión de muerte.

El discurso capitalista imperante de la época pone su acento en un lazo sin castración con desorden, como dice Lacan, destinado a estallar, condenado por la pulsión de muerte y un imperativo de goce proveniente del superyó que lo empuja desmesuradamente. El modo de ruptura del lazo en que desemboca la sociedad capitalista confronta con un goce desregulado. Que no hay mediación del goce a través del saber no requiere decir que no hay saber. En todo caso el saber del capitalismo se dedica a la producción de objetos, es el saber anónimo de la ciencia, que no responde a la demanda de nadie, sino que las crea con su oferta. En última instancia el amo de la sociedad es el objeto, pero no se trata del objeto que interroga al sujeto, sino de un objeto que desemboca en la insatisfacción y el vacío, dado que el sujeto de deseo se encuentra al servicio de las producciones del mercado. Por ello decimos que el discurso capitalista excluye la castración como límite al goce y el empuja a gozar.[6]

Estamos en una época donde se idealiza la pulsión, el goce, el superyó que ordena gozar en detrimento de los valores. A la gente ya no le preocupa el qué dirán o cómo va a quedar ante los demás. Hago lo que quiero, puro principio del placer. Cada vez más se acentúa lo tanático.

 
Notas
  1. Freud, S., “El malestar en la cultura” en Obras Completas, Volumen XXI, Amorrortu Editores, Bs. As., 1978, p. 57–140.
  2. www.infobae.com › historias › 2021/11/0923 minutos para el fin del mundo: alarma de misiles y el ...
  3. Lacan, J., “El Complejo, factor concreto de la psicología familiar” en La Familia, Edit. Argonauta, Bs. As., 1997, p.92–93.
  4. Ibíd, p.94.
  5. Goldenberg, M., “El pánico contemporáneo” en Psicoanálisis y filosofía, (Icdeba) Ediciones Grama, Buenos Aires, 2004, p. 109-117.
  6. González, M. L. S., Sobre el goce y discurso capitalista. Trabajo presentado en el XIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXVIII, UBA Facultad de Psicología, Buenos Aires, Argentina.
 
Bibliografía
  • González, M. L. S., Sobre el Goce y discurso capitalista. Presentado en el Congreso Internacional de investigación y práctica profesional en psicología XX- UBA Facultad de Psicología 2021.
  • Lacan, J., “La agresividad en psicoanálisis” en Escritos 1, Siglo veintiuno editores, Argentina, 1987.
  • Lacan, J., La Familia, Ed Paidós, Bs. As., 1997.
  • Lacan, J., El seminario 20. Aún, Paidós, Bs.As.,1992.
  • Lacan, J., “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica” en Escritos 1, Siglo veintiuno editores, Argentina, 1987.
  • Lacan, J., El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1992.
  • Freud, S., “El malestar en la cultura” en Obras Completas, Volumen XXI, Amorrortu Editores, Bs. As., 1978.
  • Freud, S., “Tres ensayos de teoría sexual” en Obras Completas, Volumen VII, Amorrortu Editores, Bs.As., 1989.
  • Goldenberg, M., “El pánico contemporáneo” en Psicoanálisis y filosofía, (Icdeba) Ediciones Grama, Buenos Aires, 2004.
 
 
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