"No habrá risa,
excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo.
No habrá arte, ni literatura, ni ciencia.
No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad.
Todos los placeres serán destruidos.
Pero siempre, no lo olvides, Winston,
siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio,
que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil.
Siempre existirá la emoción de la victoria,
la sensación de pisotear a un enemigo indefenso.
Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro,
figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente"[1].
Orwel G., 1984, p. 215
Eric Laurent nos invita a pensar al analista-ciudadano, el que se compromete con lo que acontece en la sociedad y que puede dar su aporte sobre cuestiones actuales.
En el siguiente trabajo nos proponemos realizar un análisis sobre el fenómeno de la cultura de la cancelación y el chiste. Algunas de las preguntas que han orientado el presente trabajo son las siguientes:
¿Qué se cancela? ¿Quién lo hace? ¿Se puede decir que es un fenómeno nuevo? ¿Qué consecuencias trae aparejadas? Si tomamos la definición freudiana del chiste ¿se puede pensar un humor políticamente correcto?
Punto de partida:
Considerando al psicoanálisis como una praxis en relación a la época, proponemos pensar a la cultura de la cancelación como síntoma actual.
Ahora bien, conviene tener en claro a qué se llama cultura de la cancelación. Lleva este nombre una práctica que ha penetrado en todo el mundo y supone silenciar a todo aquel que atente contra los valores que el consenso de lo políticamente correcto[2], de lo ideológicamente aceptado, plantea. Veremos que esto no es nuevo. Hay ejemplos a lo largo de la Historia, pero es cierto que la fuerza de las redes sociales y la globalización han hecho mella para que sea un fenómeno cada vez más significativo.
Una vez que se cancela a un grupo o persona, se lo quita de la comunidad a la que pertenecía, se deja de compartir espacios en común, se lo expulsa, se lo segrega.
Historia:
Tomaré algunos ejemplos de figuras canceladas[3] a lo largo de la historia.
En el año 1640 el joven Uriel da Costa[4] fue excomulgado de la comunidad judía por haber encontrado defectos en las enseñanzas y las prácticas del judaísmo. Las expuso por escrito y en público. Al tiempo pidió el reingreso y se lo otorgaron. Pero antes tuvo que someterse a una afrenta pública: soportar latigazos y que, literalmente, toda su comunidad le camine por encima. Uriel aceptó, luego de esto, recuperó su posición en la comunidad, para finalmente suicidarse en el mismo año.
Encontramos en el año 1656, la excomunión del filósofo neerlandés Baruch Spinoza[5]. Lo excomulgaron de la comunidad judía luego de algunas declaraciones que lo señalaban como ateo. Sin embargo, él jamás había negado la existencia de Dios.
En 1891, Oscar Wilde gozaba del mayor alcance en su sociedad como dramaturgo. Conoció a Lord Alfred Douglas, con quien inició una relación amorosa. El padre del Lord, realizó una denuncia sobre Wilde por prácticas homosexuales. Se lo declaró culpable de conducta indecente y sodomía. Fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. La sociedad inglesa escandalizada lo canceló. En 1900 murió en Francia exiliado.
En 1964, Lacan fue excomulgado de la IPA –Asociación Internacional de Psicoanálisis. Fue expulsado, luego de una serie de conflictos en relación con sus innovaciones teóricas y prácticas psicoanalíticas alejadas de la ortodoxia; su estilo de enseñanza y su propuesta de un modo nuevo de transmisión del psicoanálisis, la formación y control de los analistas.
Por último, en el año 1966 John Lennon expresó en un programa de tv "Somos –los Beatles– más populares que Jesús"[6], inmediatamente varios grupos religiosos sobre todo en EE.UU. prohibieron sus shows, no los transmitían por la radio ni tv y fueron amenazados de muerte.
En todos estos ejemplos se puede ver que la cancelación viene por parte de algún grupo de poder.
No habrá más risas[7]:
Tomaremos dos ejemplos de humoristas que han sido cancelados recientemente.
En el 2022, cancelaron el show de Dave Chappelle[8] en la sala First Avenue de Minnesota ante protestas de la comunidad y personal del local por considerar que algunos de sus chistes eran transfóbicos. También se habían organizado protestas en las calles y en internet.
Previo a esto, el mismo año, durante un show de Netflix en EE.UU., Chappelle fue atacado por un espectador en el escenario con un arma blanca. Más tarde el atacante expresó que las bromas del comediante lo afectaban y por eso intentó agredirlo.
En el mismo año, Ricky Gervais[9] antes de que comience su show, aclara que será irónico y explica: "Es cuando digo algo que no creo para provocar un efecto cómico y ustedes como audiencia se ríen de lo incorrecto porque saben qué es lo correcto"[10]. Días antes del estreno de su obra SuperNature, se solicita que se cancele. En respuesta, el comediante sostiene que él trabaja con el tabú. Dice: "Siempre confronté los dogmas que oprimen a la gente y a la libertad de expresión (…) sólo porque algo te ofenda, no significa que tengas razón. No todo se trata de vos"[11]. No queremos desterrar la posibilidad de ofenderse por un chiste, el asunto es si un chiste no gusta ¿hay que cancelar al artista?
El periodista Santiago García dice al respecto: "Dejemos bien claro esto: O nos podemos reír de todo o no nos podemos reír de nada, la libertad de un comediante para cuestionar y analizar el mundo en el que vivimos es, justamente, lo más importante de su trabajo."[12]
El placer del chiste:
Cabe preguntarnos: ¿estamos en una época sin humor?; ¿Qué se permite y qué no? ¿Es una cuestión ética? ¿Moral? ¿Qué pasa con lo que no puede ser dicho? ¿Se cancela la obra o se cancela al artista? ¿Qué uso hay actualmente de la metáfora y de la ficción?
Tomaremos el trabajo de Sigmund Freud El chiste y su relación con el inconsciente del año 1905 y algunos aportes de Henri Bergson de su trabajo La risa: ensayo sobre la significación de lo cómico.
En el 1905 estamos a la altura de la primera tópica, en la cual el aparato psíquico está regulado por el principio de placer. Freud viene estudiando la psicopatología de la vida cotidiana. Hay formaciones del inconsciente como el sueño, lapsus, fallidos, chistes. En todas ellas podemos encontrar las leyes del inconsciente: la condensación y el desplazamiento.
En el comienzo del texto, Freud trae lo que otros vienen investigando, la mayoría de los autores que se ocuparon del tema en profundidad son poetas, no es algo de lo que la ciencia seria se ocupara. Freud le da valor al chiste en la vida de los sujetos y en la sociedad misma.
En el chiste se necesita de un otro que lo sancione como tal mediante la risa. Para que al otro le cause gracia un chiste debemos tener códigos en común con quien cuente el chiste, un contexto, un idioma, cierta pertenencia a una misma comunidad. El chiste permite decir algo sobre aquello que se reprime, sobre lo que se rechaza.
¿Pero qué es lo que convierte a una expresión en un chiste, que nos hace reír? Freud observa que se produce una abreviación y que hay una trasmudación en una de las palabras. Él pone el acento en las técnicas que producen la expresión: el chiste queda cancelado cuando removemos lo que estas técnicas han operado en la expresión. Estas técnicas son los mecanismos del inconsciente.
En el chiste, el placer surge de un gasto de inhibición ahorrado, el chiste se hace de modo intencional y genera lazo, es comunicado al otro y este es quien sanciona si hay chiste con su risa. "Diríase que la risa necesita un eco…nuestra risa es siempre la risa de un grupo"[13].
Bergson es claro. El chiste y la risa son exclusivamente humanos. Cuando estamos en presencia del chiste y su efecto, la risa, hablamos de sujetos vivientes y atravesados por el lenguaje.
Si el chiste viene a decir lo que está prohibido y justamente en eso radica su gracia, ¿qué se censura cuando se censura un chiste? Incluso Bergson, en el año 1939, planteaba que la risa castigaba a las costumbres. El autor describe al humor como lo vivificante del lado de la creación, del arte. Se podría pensar que lo políticamente correcto, al proponer ciertos valores como únicos y universales, puede dar lugar a posiciones rígidas y autoritarias. Conseguimos decir que el humor es una forma de resistir la censura y afirmar la libertad de expresión.
El carácter más universal de la técnica del chiste es la tendencia al ahorro, nos ahorramos de exteriorizar una crítica o formular un juicio, se sofoca el pensamiento, aunque aparece desfigurado. El chiste pelea contra la razón para cancelar las inhibiciones, de ese modo se produce placer, porque mantener una inhibición necesita de energía constante.
Las dos fuentes de placer del chiste son entonces:
-El chiste produce placer por el juego de palabras (atañe al placer del sinsentido, el carácter lúdico de las palabras). Si no se puede jugar con los sentidos, entonces no se puede hacer el chiste.
-Otra satisfacción es a nivel del propósito, que puede ser tanto sexual como hostil. Cuando se cuenta un chiste se vence una resistencia interior que es de la represión.
Freud ya establecía que el malestar era intrínseco a la cultura, ¿podría pensarse que la cultura de la cancelación pretende eliminar por completo el malestar?
Estudios recientes plantean que es entre las nuevas generaciones en donde tomó más fuerza este fenómeno, sin ser exclusivo. Un estudio de YouGov [14] del año 2021 indica que la cultura de la cancelación es más común en jóvenes. El 50% deja de hablar con quien no piensa como ellos. No es una actividad solitaria sino grupal. Muchos de los jóvenes temen expresar opiniones por el espanto a ser cancelados, escrachados, etc. ¿Podemos suponer que, aunque nos creamos más libres estamos en el tiempo de la policía del pensamiento?
Palabras Finales:
Nos encontramos en un momento en donde se supone que hay un privilegio de la libertad y, por otro lado, se alza un autoritarismo que no permite que la palabra circule. Nos encontramos frente a "democracias sin padre"[15]. Lo que se dice es tomado como verdad absoluta, no hay metáfora, no hay chiste, no hay contexto. El psicoanalista Gurgel Iordan, retomando a Seldes, se pregunta ¿Cómo debemos hablar delante de un Otro que desea la libertad de derechos para todos y, entretanto, la restringe, la hace callar, reprime?[16]
Lo más peligroso de este tipo de rechazo a lo diferente, es que no dialectiza, no pone a jugar la palabra. Ricardo Seldes explica:
"El empuje a creer que soy lo que digo(...) va en contra del paso freudiano de que el inconsciente que habita a cada uno es que no sabe lo que dice, ni quién es, ni sabe lo que quiere. ¿Cómo hacer en la práctica analítica en un mundo en donde la interpretación quiere ser forcluída por las leyes, es decir desaparecida como si nunca hubiera existido?"[17]
¿Es posible pensar que la cancelación, cada vez más frecuente, se ha vuelto en contra de la democracia? ¿podríamos pensar que estamos camino a una eugenesia del pensamiento en donde todos debemos de pensar, decir y reír de lo mismo, prescindiendo de lo singular?
Repetimos incansablemente que el psicoanálisis tiene que estar a la altura de la época. Respecto a lo planteado en el presente trabajo posiblemente se trate de que el psicoanálisis mantenga la posición subversiva que propone y que no retroceda frente al deseo y la fuerza de la palabra. |