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Consecuencias
 
Edición N° 29
 
Septiembre 2024 | #29 | Índice
 
El suicidio en la adolescencia
Conferencia de Héctor Gallo.
Reseña de Soledad Angelino y Fernanda Baez
 
Fernanda Baez Soledad Angelino

El pasado 10 de mayo de 2024, la Comisión de adolescencia del Colegio de Psicólogos de Buenos Aires, invitó al Psicoanalista Héctor Gallo a una conversación sobre el suicidio en la adolescencia. Gallo lleva adelante un arduo trabajo de investigación en este campo de la práctica que ha publicado en su reciente libro llamado Por qué se suicida un adolescente.

En estas líneas intentaremos transmitir una puntuación de dicha conversación y algunas orientaciones clínicas planteadas en base a la teoría lacaniana del pasaje al acto, acting out y la adolescencia.

Desde el inicio se presentó el interrogante ¿Qué clínica del suicidio es posible desde el Psicoanálisis?

La prevención plantea abordajes durante el tiempo anterior al intento suicida, es decir, es cuando es posible detectar signos de riesgo. Otro tipo de intervenciones serán las posteriores al intento, donde hubo un acto con retorno y cuyos efectos plantean un corte, un antes y un después en la vida del sujeto.

Una coordenada central, es el imperativo suicida. Uno de los rasgos de esta clínica, desde la que Gallo desarrolló dos importantes temas para orientarnos en una cura:

  1. La adolescencia y sus efectos en el sujeto.
  2. El pensamiento suicida y su relación al goce y al deseo.

El sujeto adolescente es el foco de su casuística, ¿qué sucede en este tiempo de la vida? Gallo hizo hincapié en la caída de identificaciones e ideales que dejan al adolescente en un momento de impasse subjetivo. Tiempo en el que se hacen necesarias las reinvenciones para volver a sostenerse. Lo problemático es que cuando no se cuenta con sólidos anclajes simbólicos, el adolescente queda en posición de objeto caído.

Los adolescentes son sujetos producto de las palabras que le vienen del Otro, razón por la cual pueden eliminarse cuando cae un significante amo que ha representado al sujeto. Es decir que, si deja de operar todo lo que hacía de sostén al semblante, el sujeto puede caer. Es interesante la relación que se planteó entre los efectos de la adolescencia y los de un dispositivo analítico. Un análisis propone lo mismo, intervenciones que se dirigen a producir una caída de identificaciones para dar lugar a otra forma de vivir. La diferencia es que cuando esta caída es abrupta y no es producto de un proceso terapéutico, es preexistente al suicidio. Por tanto, no es lo mismo el efecto de destitución subjetiva de un proceso terapéutico, que la destitución subjetiva por la abrupta caída de ideales en la adolescencia.

En síntesis, podríamos ubicar que hay riesgo de suicidio porque se pierde el piso simbólico y en vez de sentirse liberado, el adolescente queda en estatus de objeto a, objeto desechado.

Es importante tener presente que antes del pasaje al acto suicida empieza a producirse esta caída, que se observa cuando los sujetos pierden la pareja, el trabajo, o cuando el adolescente se cae de los amigos o la familia.

Para hablar de las ideas suicidas, Gallo se refirió al imperativo suicida como un elemento importante. Ya que su presencia o ausencia y la fuerza del razonamiento al que se enlaza, son signos que muestran qué tan potente es el riesgo de pasar al acto. Sus observaciones muestran que hay más riesgo de suicidio cuando se ha pasado de la idea intermitente al imperativo suicida, cuya presencia es silenciosa y abona cierta fascinación con la muerte.

La idea intermitente en el sujeto, se hace presente en enunciados referidos al dolor de existir, al vacío existencial. Es un momento donde los adolescentes vienen a ver a un analista y hablan de las palabras que le vienen del Otro.

En cambio, el imperativo suicida sería como una voz que ordena avanzar, un hostigamiento interno superyoico en torno a la muerte que más que estar asociado al dolor de existir, involucra un plus de goce. Ya no estamos en el terreno del dolor de existir ni del amor a la vida, sino en el de un imperativo de goce que evoca una sentencia. Hay goce de morir.

Lo dominante en la previa de los actos suicidas, es la disposición subjetiva a no malograr el goce de morir, goce que se dispone sin el Otro de la ley, pero que se dirige a este Otro. Es sin el Otro, pero el suicidio se dirige al Otro de todas maneras.

Héctor Gallo enfatiza aquí una paradoja. Ubica que el suicidio, al igual que en el masoquismo, adquiere un valor erótico, pero es un erotismo que no quiere la vida, sino que sexualiza el daño. La erotización del daño es condición para aproximarse al momento de concluir.

Además, hay un deseo de muerte como deseo del Otro, que no es un anhelo de morir causado, por ejemplo, por consecuencia de una enfermedad terminal. Este deseo se enlaza a la idea de que morir será mejor, será una solución o liberación para sí y para los otros.

La condición para que un adolescente pueda aproximarse a concluir tomando una decisión sin retorno, se da por la introducción del imperativo, como una máxima que cobra la forma de: “Tienes derecho a morir. No escuches nada que te haga retroceder en el razonamiento criminal sobre ti mismo…”

El peligro de esta máxima es que se dirige hacia sí mismo y al tener un componente erótico, hay una satisfacción libidinosa. Entonces ¿Qué hacer cuando viene a vernos alguien con ideas suicidas?

Debemos preguntarnos qué tan imperativa es la idea suicida y estar atentos a qué fuerza tiene el razonamiento que la acompaña. Esto es lo que deberíamos tratar de calcular. Desde su casuística, Gallo subraya que, si los adolescentes vienen a vernos, es porque la idea de morir no ha adquirido aún el valor de máxima. Es un momento donde aún hay posibilidades de lograr introducirnos entre el sujeto y esa ley caprichosa.

¿Cómo debe actuar un analista para introducirse como un Otro capaz de contener el pasaje al acto?

Si el sujeto es efecto del significante y está constituido por los efectos de significación, habrá posibilidades de operar, maniobrando para hacer surgir el sujeto.

Habrá que maniobrar apuntando al sujeto que se interroga, éste es el sujeto del inconsciente. El sujeto que construye máximas para matarse es desabonado del inconsciente, no quiere saber nada de sí. Esto significa que hay que producir un sujeto que venga a interrogarse. En esta clínica nos encontramos con sujetos que vienen sin preguntas, porque más bien vienen del lado de una respuesta, identificados al objeto.

Por diferentes circunstancias negativas algunos adolescentes en crisis, en lugar de plantearse una reinvención para renacer, pasan a cultivar la idea de suicidarse para liberarse del Otro. Son sujetos con dificultad para la invención, se han cansado del Otro y en lugar de desear ser otra cosa, prefieren desafiarlo con acting out, vacilaciones o pasajes al acto. Tenemos la responsabilidad ética de atravesarnos entre el adolescente y su deseo de muerte, escuchando con qué amarres simbólicos cuenta por muy frágiles que sean, sin caer en el furor de salvar.

Cuando la máxima suicida está instalada es más difícil intervenir en esta dirección. Son los pasajes al acto con retorno, donde la urgencia hace que un analista se acerque al paciente en el hospital, tantas veces como considere necesario.

El suicidio con retorno y el suicidio sin retorno coinciden en su dimensión de acto. Para el psicoanálisis acto equivale a corte. El suicidio con retorno es simbólico porque tiene como condición un acto que transforma. Es decir que, en estos casos, algo cambia de forma irreversible por efecto de ese acto, hay un corte con lo que se ha sido.

Causar la transferencia en alguien que viene a vernos con ideas suicidas, es lo fundamental. La transferencia da cuenta de la preferencia de hablar al Otro que aloja y por ahí hacer hablar al objeto a. Hacer hablar algo del goce en donde hay que sufrir.

En transferencia debemos trabajar para que el sujeto encuentre objeciones al deseo sadiano de suicidarse. Las objeciones al suicidio no las introduce el analista, sino que el mismo sujeto deberá construirlas. Es complejo, porque las objeciones tienen que estar del lado del paciente y, por otro lado, sabemos que la sentencia a muerte que instala el imperativo es silenciosa. Por supuesto que hay momentos donde lo urgente es evitar el pasaje al acto, casos donde el riesgo es inminente y por ello es importante la internación para evitarlo. Luego, habría que calcular cómo poder producir un alojamiento del sujeto y a partir de este alojamiento, que el sujeto empiece a construir objeciones soportado por el analista.

 
Bibliografía
  • Gallo, H., Por qué se suicida un adolescente. Pasaje al acto, urgencia y acto. Edit. Grama, Bs. As., 2021.
 
 
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