El 22 de marzo del presente año, se realizó en el encuentro del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía–Pensamiento Contemporáneo la presentación de la Revista Consecuencias número 28.
Mientras escuchaba la lectura de los textos y los comentarios que surgieron, empezaron a resonar en mí diferentes incógnitas.
Seleccioné algunos, sin prescindir del enorme mérito de los demás.
Lacan sostiene textualmente: "Si la religión triunfa, lo que es más probable –hablo de la verdadera religión, hay una sola verdadera–; si la religión triunfa, será el signo de que el psicoanálisis ha fracasado. Lo más normal es que el psicoanálisis fracase, pues aquello de lo cual se ocupa, es algo muy, pero muy difícil."[1]
Aquí vale la pena explicitar que, para Lacan, la verdadera religión es la católica que se vale de la verdad en cuanto tal. En cambio, el judaísmo no se sirve de la verdad, sino de la ley, es decir de la obediencia. Y más adelante afirma sin hesitar: "El psicoanálisis no triunfará sobre la religión; la religión es indestructible. El psicoanálisis no triunfará; sobrevivirá o no"[2].
Jorge Alemán, en un posteo en las redes, afirma: "Inexplicablemente, parte de los argentinos y argentinas, parecen dispuestos en nombre de un designio oscuro sacrificar su propio destino, admitir sin mas el ultraje de la Nación, como si hubiera que pagar una antigua deuda terrible y no se mereciera otra cosa."
Mario Elkin Ramírez sostiene: "El sacrificio es una manera imaginada por los hombres para incidir, interceder ante la Voluntad indescifrable que se le adjudica a los dioses. Hay una oferta a los dioses mudos de una vida"[3].
Ramírez aclara también que El Seminario inexistente de Lacan, como lo llamó Jacques–Alain Miller, tenía como uno de sus temas centrales: el sacrificio. Lacan no lo desarrolló por las circunstancias de su excomunión de la IPA, por lo que tuvo que interrumpir.
En este punto, parece ser que, en la subjetividad de la época actual, el sacrificio ante el Otro gozador sádico, estaría justificada por una promesa incierta en tiempo y contenido. A mi entender ubicaría aquí el triunfo de ambas religiones occidentales predominantes (me atrevo humildemente a no pensar igual a Lacan) en tanto apelan a la obediencia y el sacrificio. Ahora bien, no habría el poder del Otro gozador sádico sin los que están dispuestos a consentir a otorgar su sacrificio.
Aquí se podría mencionar, ubicado específicamente en la Argentina actual, un predominio –casi triunfo- de un discurso mesiánico, en tanto religioso –utilizando la crueldad como modo de instrumentación-, que hace las veces de discurso capitalista, por ende, productor de desechos y no de sujetos hablantes y deseantes. Menos aún, sujetos de derecho.
De esta manera, en ambos casos el superyó manda a gozar más y más.
Como contrapunto, Nora Cappelletti plantea otra respuesta subjetiva ante el avasallamiento del discurso capitalista. En su artículo Mujeres-locura-coraje, haciendo referencia a las Madres de Plaza de Mayo. Nos transmite: "Mujeres nombradas "locas" por los dictadores: 'dejen a estas viejas locas que ya se van a cansar' sostenían. Mujeres que, con su insumisión, su coraje, y un pañuelo blanco en sus cabezas enfrentaron la dictadura e hicieron de su lucha pacífica un ejemplo de defensa de los DDHH."[4]
Entonces se presenta el contrapunto sacrificio versus coraje como opuestas respuestas subjetivas. A mi entender es por la vía del coraje (insisto deseo decidido) es que se puede subvertir la situación actual y pasar del sacrificio y el odio a un estilo de vida más vivible mediante el amor (en tanto pulsión de vida).
Nora aclara aún más: "Sostengo que las Madres –y acá problematizo lo que se ha afirmado: que ellas eran las que hacían las rondas porque si sólo eran hombres los atacarían (si bien esto puede explicarlo en parte, no termina de esclarecerlo en tanto ellas también fueron perseguidas, torturadas, desaparecidas)– encarnaron esta lucha justamente porque el ser mujeres les otorga un coraje con el que pudieron enfrentar el horror e ir más allá de él. Lo cual por supuesto no quiere decir que cualquier mujer hubiera hecho esto. Para nada es lo que digo. Simplemente mi hipótesis es que el ser mujeres a estas Madres les permitió hacer uso del coraje con el que se puede ir más allá de las barreras del horror."[5]
Otra resonancia
La plusvalía es uno de los principales conceptos de Carlos Marx en su obra El Capital (1867). Según Marx, la plusvalía se refiere al proceso por el cual los capitalistas obtienen ganancias adicionales al vender los bienes producidos por los trabajadores a un precio superior al costo de producción. Este excedente se conoce como plusvalía. La plusvalía se da cuando los capitalistas pagan a los trabajadores un salario que es menor al valor que ellos mismos agregan al producto. Esto se debe a que los trabajadores solo reciben un salario que les permite reproducir su fuerza laboral, mientras que el valor adicional generado por su trabajo es apropiado por los capitalistas, el capitalismo, para extraer más plusvalía exige más productividad, transformando al sujeto en una mercancía. Plusvalía que nunca es suficiente.
Cuando Lacan introduce la función plus-de-goce recurre a Marx. Parte de su lectura para señalar que dicha función estará constituida por la misma estofa que el concepto de plusvalía.
Lacan formula -en el Seminario 16 De un Otro al otro- ciertas consideraciones acerca del concepto de plus-de-gozar que le permiten afirmar que el mismo se constituye en la función esencial del objeto a, ese exceso de goce que es recuperación de una pérdida, de una renuncia previa al goce. Esta renuncia previa al goce está referida a la renuncia al goce del cuerpo, que entraña necesariamente la división del sujeto y el objeto como resto del sujeto tachado.
Por otra parte, en aquel momento, cuando primaba el sujeto como mercancía reinaba el capitalismo productivo, mientras actualmente es el financiero, con todos sus efectos de segregación y la transformación de los sujetos en desechos, sin alcanzar siquiera a "sujetos de derecho".
Actualmente el modo en que se presenta el discurso capitalista es el modelo de acumulación financiero que profundiza aún más la prescindencia del ser hablante y lo segrega con más violencia.
Otro tema que me resulta interesante incluir en la conversación es el avance vertiginoso de la tecnología, llegando ya a amplios usos de la Inteligencia Artificial, que podría sustituir al ser hablante a través de una universalización de los deseos y demandas de los seres parlantes, borrando por completo la singularidad con la que trabaja el psicoanálisis. Los algoritmos pretenden abarcar todo, pero siempre quedará un resto imposible de atrapar que es el goce del ser hablante.
Sería interesante poder trabajar estos temas para incluirlos en la subjetividad de la época, que propone el imperativo del sacrificio, el goce sádico. Pero hay otras respuestas subjetivas como el coraje, que es un deseo decidido (como el que explicita Nora Cappelletti en su artículo de Consecuencias Nro. 28), tomando como ejemplo a las Madres de Plaza de Mayo, que se opusieron al goce sádico. Resultan dos posiciones del sujeto ante tales imperativos.
Me interesa retomar también a Ana Vallejo que afirma: "Podemos ubicar que la época reanima discursos totalizantes que llevan al despliegue de manifestaciones del odio, fenómenos que, en ocasiones rompen con la trama discursiva y se traducen en pasajes al acto de violencia extrema. Estas manifestaciones, pueden ser interpretadas como locuras actuales, con rasgos de otros tiempos, que se actualizan y toman forma de fascismos neoliberales"[6]. Y se pregunta: "¿Puede el psicoanálisis presentarse como un reverso?"[7]. El odio como pasión que apunta al ser de cada uno, aglutina multitudes, que va más allá de los límites simbólicos y ocupa el lugar vacío que ha dejado el desvanecimiento del Otro garante.
Esta pregunta me zumba desde hace muchos años y me gustaría retomar la conversación sobre estas nuevas subjetividades de la época con estos y otros aportes de la Revista Consecuencias Nro. 28, con el Departamento y todo aquel que quiera participar. Apuntando en todos los casos al superyó que manda a gozar más y más, incrementando el padecimiento exponencialmente.
Convoco (humildemente) a intentar evitar la premonición de Lacan de que "El psicoanálisis no triunfará sobre la religión; la religión es indestructible. El psicoanálisis no triunfará; sobrevivirá o no".[8] |